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Reportaje:

Los jóvenes políticos, ante el relevo

La gran mayoría de las juventudes de los partidos políticos catalanes están en contra de las empresas de trabajo temporal. Y todas ellas se acercan con mucha más comprensión que sus mayores al movimiento okupa. Éstas son dos de los temas que más preocupan a los líderes de las juventudes políticas catalanas. Ellos forman parte de una nueva generación de políticos que se prepara para tomar el relevo. Su escuela, en la que están a punto de doctorarse, son las formaciones juveniles auspiciadas por los grandes partidos políticos. Se encuentran en una edad próxima a los 27 años y, por ahora, sólo uno de ellos ocupa un escaño en el Parlament. En algunos casos, sus mensajes rebosan radicalismo por los cuatro costados y ponen de los nervios a políticos experimentados que no se atreven a ir tan lejos en sus manifestaciones públicas. El tema que más polvareda levanta entre las juventudes es el de las empresas de trabajo temporal (ETT). A finales del pasado mes de marzo, la mayoría de estas organizaciones participaron en una manifestación a favor del cierre de las ETT y, a principios de abril, plantaron sus tiendas de campaña ante la Generalitat por el mismo motivo. Cuatro de estas formaciones son partidarias del cierre inmediato -de la "abolición", según su propio lenguaje- de las ETT. Abogan por esta solución la Unió de Joves, rama juvenil de Unió Democràtica de Catalunya; las Joventuts d"Esquerra Republicana de Catalunya; los Joves amb Iniciativa, y la Joventut Socialista. Más moderación en su juicio a las empresas de trabajo temporal muestran las Nuevas Generaciones, sección juvenil del PP, y la Joventut Nacionalista de Catalunya, de Convergència. El líder de las juventudes del partido de Jordi Pujol, Josep Rull, no se atreve a pedir el cierre de las ETT: "Estamos de acuerdo en el qué, aunque no en el cómo". Más comprensivo con esas empresas es el presidente de Nuevas Generaciones, José Luis Ayllón: "Es mejor tener a una persona con un trabajo menos bueno que no una que no haga nada. Cualquier herramienta que permita al joven entrar en el mercado laboral es positiva". La reacción a esta última manifestación no se hace esperar. El secretario general de Joves amb Iniciativa, Joan Herrera, asegura que "el problema no es acceder al trabajo, sino permanecer en él, porque Cataluña tiene uno de los mayores índices de rotación laboral". Mucho más duro es el dirigente de Unió de Joves, Antoni Castellá: "La reflexión de Ayllón es del siglo pasado, digna de los tiempos de la Revolución Industrial". Las organizaciones críticas con las ETT apuntan dos argumentos para defender sus tesis. En primer lugar, los trabajadores contratados por una de estas empresas sufren discriminaciones económicas y sociales respecto al resto, y tienen una ocupación de tipo precario. Además, las ETT, precisamente por su carácter temporal, no ofrecen al empleado el grado de formación necesario. "¿De qué te sirve trabajar un día de panadero, otro de administrativo y otro de camarero, si al final no aprendes ningún oficio?", se interroga Herrera. Estos jóvenes políticos apuntan algunas posibles soluciones. Éstas van desde el diseño de políticas activas de empleo para facilitar la emancipación juvenil hasta la asunción por parte de la Administración del papel de las ETT, corrigiendo sus errores. "Si hay empresas de trabajo temporal y los jóvenes acuden a ellas es porque el Inem y el Servicio Catalán de Ocupación han sido totalmente ineficaces", apunta el líder juvenil de ERC, Uriel Beltran. Asuntos que generan controversia en el conjunto de la sociedad concitan un alto grado de unanimidad entre las juventudes. Así sucede con el movimiento okupa, que despierta las simpatías de la mayoría de estas formaciones y hace converger en el mismo camino a organizaciones distantes en el terreno ideológico. El diálogo es visto como la mejor vía para dar salida a las demandas de los okupas, según la práctica totalidad de los líderes juveniles. A pesar de apostar por la negociación entre okupas y Administración, pocos de estos dirigentes se atreven a formular soluciones finales. El líder de Joves amb Iniciativa, Joan Herrera, sugiere que los okupas renuncien a la autogestión y acepten la cogestión junto a la Administración. María Freiría, secretaria general de las juventudes socialistas, considera que "la sociedad debe apoyar y asumir la lucha de los okupas por un modelo más justo y equitativo, no intentar que éstos asuman los valores mayoritarios. ¿Debemos integrar a los abuelos de antes de la guerra cuya forma de entender la vida ha sido prácticamente olvidada?". Ser punta de lanza de transformaciones sociales es el elemento más atractivo que ofrece el movimiento okupa para los jóvenes políticos. Pero, a partir de esta base común, saltan las discrepancias. Este fenómeno sugiere a Freiría, un paralelismo histórico: "Equiparamos el combate de los okupas contra la especulación con la lucha de los primeros movimientos obreros". Herrera , de las juventudes de IC, prefiere ver en este movimiento un yacimiento de ideas para la izquierda del futuro: "Representan una nueva cultura política, una nueva tradición de la izquierda, que introduce planteamientos novedosos e interesantes, y como tal debemos integrarla dentro del espacio de la izquierda". Los jóvenes del PP advierten de que no es oro todo lo que reluce. "Me preocupa que haya personas que se acerquen al movimiento okupa para cometer actos que están fuera de la ley", dice Ayllón. Pero todos estos líderes juveniles coinciden en que este fenómeno social pone el dedo en la llaga de dos cuestiones alarmantes. Por un lado, la dificultad de acceso a la vivienda. "España es el país donde los jóvenes son jóvenes más años por la falta de emancipación", comenta irónicamente Ayllón. Y, por otro, lo innecesario que resultan los desalojos de espacios ocupados. Para el nacionalista Josep Rull, la vía penal debería ser la excepción, pero "se ha convertido en la norma debido a la lentitud de los procesos civiles". Existe entre las juventudes una clara tendencia a pedir la equiparación de las parejas homosexuales con los matrimonios y las uniones heterosexuales. No obstante, esta prédica de igualdad esconde alguna que otra limitación. Los jóvenes de Unió, de Convergència y del PP muestran reticencias a la adopción infantil por parte de parejas homosexuales. Ninguna de estas organizaciones tiene una posición definida respecto a este tema, pero algún dirigente, como el democristiano Antoni Castellà, se atreve a pronosticar: "Si quedara demostrado por psicólogos y pedagogos que el desarrollo de una criatura es igual con parejas heterosexuales que con homosexuales, estaría totalmente a favor de extender el derecho de adopción a todos". Los jóvenes del PSC, de IC y de ERC, en cambio, son plenamente favorables a no poner trabas a la adopción por motivos sexuales. El independentista Uriel Beltrán considera que "un niño criado por homosexuales crecería en un ambiente de más libertad que el que ofrece una familia cristiana". Estos nuevos valores de la cantera política catalana tienen aún un largo camino por recorrer, pero no hay duda de que de momento han apostado por levantar la voz y pronunciarse sobre temas que sus partidos prefieren silenciar. Mayoritariamente, estos jóvenes se atreven a ir más allá y, en algunos casos, franquean la línea de lo políticamente correcto poniendo con ello distancia de por medio con respecto a sus mayores. Siempre les persigue, no obstante, la sospecha de algunos en el sentido de que se trata de una discrepancia perfectamente calculada por los aparatos de los partidos. ¿Mantendrán estas posturas cuando abandonen el terreno de las juventudes y pasen a formar parte de los cuadros dirigentes de sus partidos? Sólo el tiempo lo dirá. La cuestión nacional catalana levanta numerosas discrepancias entre los dirigentes juveniles. Tres son las opciones que se apuntan. Van desde la independencia hasta el federalismo, pasando por quien acepta como mejor modelo posible el actual Estado de las autonomías. El primer camino es el escogido por las juventudes nacionalistas e independentistas. Autonomía o independencia "Cataluña no se puede desarrollar ni cultural ni económicamente como querría porque se lo impide su relación con España", sostiene Beltrán, de lós jóvenes de ERC. Para el convergente Rull, "la independencia es nuestro sueño generacional. Hay una generación de políticos de Convergència que se planteaban como objetivo político factible el Estatut y la entrada en Europa, pero ahora nos debemos plantear para el futuro como objetivo político factible la plena soberanía de Cataluña". Convergència no va tan lejos en sus pretensiones, al menos formalmente. Pero Rull, que en su despacho tiene colgada una bandera del Quebec, contó con el 99"8% de los votos favorables a su postura en el último congreso de la rama juvenil de Convergència. Los jóvenes democristianos prefieren la expresión "estado catalán propio" y reclaman una soberanía no antiespañolista. "No se puede ir contra España porque si fuésemos independientes tendríamos que tener mucha relación con ella", señala Castellà, y añade: "No nos podemos conformar con el discurso de la soberanía basada sólo en una cultura diferente; hay que convencer a la gente que con un estado propio mejoraría su situación. Un inmigrante que hable en castellano y tenga una cultura andaluza ha de poder sentirse independentista catalán". Los jóvenes del PSC y de IC se inclinan por un Estado federal. La socialista Freiría defiende un Estado federal y laico, en el que Cataluña sería soberana y tendría una Constitución propia. El ecosocialista Herrera opina de forma similar. "Queremos un modelo de federalismo asimétrico con tratamientos diferentes a los diferentes estados ya que tienen voluntades distintas", señala. En el extremo opuesto, los jóvenes del PP consideran que la cuestión nacional ya está resuelta con el actual modelo autonómico.

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