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MOTOCICLISMO GRAN PREMIO DE ESPAÑA

Crivillé vuelve a reinar en Jerez

El piloto catalán se sitúa segundo en el Mundial tras ganar el Gran Premio de España

Àlex Crivillé (Honda) consiguió ayer una hermosa victoria en casa y repitió todas las ceremonias del triunfador que ya había conocido la temporada anterior en Jerez. Como se esperaba, el Gran Premio de España, tercera carrera de la temporada, ofreció protagonismo español y tanto el noi de Seva como Carlos Checa (Honda), que se quedó al pie del podio, hicieron vibrar a la entregada afición compuesta por más de 120.000 fieles seguidores. Fue un anticipo de lo que anuncia el Mundial: los dos pilotos españoles apuntan al título de la categoría reina, los 500cc, en cerrada disputa con el italiano Max Biaggi (Honda), líder provisional y tercero ayer, y con el defensor del título, el australiano Mick Doohan (Honda), que se clasificó segundo, pegado a la rueda de Crivillé.«Claro que le dedico este triunfo, allí donde esté», contestó el piloto catalán, de 28 años. La referencia a su padre, fallecido este invierno, se hizo obligada. Fue su momento más emotivo, al menos de cara al exterior. El resto, las aclamaciones de la afición, la vuelta de honor, las felicitaciones de su equipo, los abrazos, el podio, el himno español... Todo ello ya lo había experimentado el noi de Seva el año pasado cuando logró una victoria mucho más clara en el mismo lugar a la misma hora y delante de la misma gente.

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Sin embargo, ganar en Jerez fue especial otra vez para Crivillé. Lo de ayer, en el día de su onomástica, tuvo tintes de liberación para Àlex y sirvió para ahuyentar sus propios temores. También, sobre todo, para acallar cualquier crítica o duda que hubiera surgido con su mediocre arranque de temporada, pues ni en Japón ni en Malaisia había peleado por las primeras posiciones -fue cuarto en ambas carreras- y ya había quien se atrevía a hablar de crisis y de declive.

Pero Crivillé está muy vivo y presenta una candidatura sólida en el Campeonato del Mundo. Sólo seis puntos le separan ahora de Biaggi, líder del Mundial de 500cc. El debutante italiano, con su tercera posición en Jerez, es el único favorito que ha pisado el cajón en los tres primeros grandes premios de 1998. El campeonato, por cierto, se anuncia abierto y apasionante: nadie ha repetido victoria y los cuatro o cinco primeros se encuentran mucho más igualados que en las últimas temporadas.

Muchos opinan que quizá el reinado de Doohan ha llegado a su fin, ya que tanto Crivillé como Biaggi, incluso Checa y el japonés Tadayuki Okada, séptimo ayer, se tutean este año con el tetracampeón australiano. Éste, por su parte, sigue sin estar contento con el rendimiento de su moto y con la política de Honda, aunque esta marca mantenga claramente la hegemonía en la categoría reina.

La carrera de ayer volvió a demostrarlo. Sólo las Honda tuvieron opción a la gloria. Al principio, en la primera vuelta, fue el brasileño Álex Barros el que se colocó como líder sorprendente, encabezando la fila en la que viajaban Doohan, Biaggi, Crivillé y Checa. El piloto de Sant Fruitós no aprovechó su posición de privilegio en la parrilla y después le costó caro.

Doohan tardó poco en asaltar el liderato. Por una vez, había salido bastante bien y durante 15 vueltas se encargó de marcar el ritmo, reduciendo el grupo de cabeza al trío formado por él mismo, Biaggi y Crivillé. Checa se atascó detrás de Barros y de Okada, y cuando consiguió superarles ya era demasiadop tarde para subirse al primer furgón. Lo intentó y llegó a acercarse, pero acabó conformándose con la cuarta posición, la misma que ocupa en el Mundial.

Delante, Crivillé pasó primero a Biaggi y después a Doohan. El australiano intentó resistirse, pero fracasó, como el año pasado, en su intento de derrotar a Àlex en casa. El noi de Seva no se destacó, pero fue él quien marcó la pauta en las últimas vueltas y, aunque venció con sólo tres décimas de segundo de ventaja, su triunfo no pareció peligrar en ningún momento.

«Aún no me lo creo», comentó nada más bajarse de la moto, al tiempo que la afición de Jerez, más de 120.000 personas, coreaba su nombre, como es costumbre en las últimas temporadas. Con la de ayer, Crivillé suma ya siete victorias en 500cc y el podio jerezano se ha convertido en lugar de frecuente visita para el piloto del equipo Repsol-Honda. En realidad, Jerez resulta una plaza casi inexpugnable últimamente: Alberto Puig ganó en 1995 y el propio Crivillé lleva dos triunfos consecutivos, en 1997 y 1998. Ahora toca asaltar el hogar de Biaggi, pues la próxima carrera es el Gran Premio de Italia, que se disputará en Mugello el 17 de mayo.

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