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Barral

De todo lo que se dijo en el homenaje a Carlos Barral, muerto hace ahora nueve años, lo que más viene al caso en una página madrileña fue la afirmación de que el homenajeado puso todo su empeño en servir de nexo de unión entre los intelectuales de Madrid y los de Barcelona. Aludió a este aspecto de la vasta obra de Barral su compañero de generación, el poeta José Agustín Goytisolo. Me parece muy importante resaltar este aspecto, porque creo que el entendimiento entre estos dos focos de la cultura de España, que no son los únicos pero sí los más importantes, es condición indispensable para la buena salud de la creación cultural. Lo fue en la época sin libertad en que Carlos Barral ejerció como editor. Y lo vuelve a ser ahora, cuando ya va siendo tiempo de acabar con la "batalla del Ebro" que nos impide comprender y hacer nuestra la convicción de la riqueza que representa la pluralidad cultural de España.La obra de Barral desborda con mucho la función de "puente" de cultura. Fue un exquisito poeta, un memorialista excepcional, y realizó además una gran labor como presidente de la Comisión de Cultura del Senado representando al Partido Socialista. En el homenaje que organizó Rosa Regás en la Casa de América estaba presente Luigi Einaudi, "emperador de los editores", quien recordó la actividad de Barral en la creación del Premio Formentor, convocado por editores de 13 países. "Tratábamos de promocionar", dijo Einaudi, "una literatura no de consolación, sino de provocación. Pretendíamos formar al lector, y no considerábamos la literatura una mercancía, sino alta creación".

A Barral corresponde, además, el mérito de haber dado a conocer la literatura española en América y la latinoamericana en España y, a través de España, en el mundo. En una carta que envió Vargas Llosa al homenaje decía que, "sin él, nunca habríamos salido del limbo". Hubo muchas intervenciones. Disfrutamos con Bryce Echenique, que contó las "cinco veces que conocí al vizconde de Calafell", como él llama al gran Barral.

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