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El sátiro motorizado del Empordà

En una carretera serpenteante y poco transitada del Baix Empordà, una potente motocicleta de montaña adelanta a una velocidad de vértigo a un vehículo conducido por una mujer sola. En la siguiente curva, el motorista aparece tirado en el arcén, inmovilizado bajo su pesada máquina. La mujer detiene su coche inmediatamente y, angustiada, se dirige a socorrer al desafortunado accidentado. La primera colaboración de la mujer -una abogada de unos 30 años- consiste en quitarle el pesado vehículo de encima al quejoso motorista. Es entonces cuando advierte una rotura estratégica de los pantalones que deja completamente al descubierto sus órganos genitales. El joven, de unos veintitantos años, se lamenta del desafortunado impacto del manillar, que le ha dejado un intenso dolor en la entrepierna. La mujer, a requerimientos del motorista y venciendo su pudor, observa detenidamente la presunta zona lesionada sin advertir ni un rasguño. Durante la improvisada exploración, el motorista llega incluso a disculparse por el reducido tamaño de su miembro viril. Se ha encogido a causa del susto, se justifica. Acto seguido, cada vez más repuesto de su lesión, le plantea a su auxiliadora el bochorno que le supondrá atravesar su barrio mostrando sus genitales. La fijación del motorista en este asunto pone en guardia a la abogada, que cae en la cuenta de que el lesionado no lleva ropa interior bajo sus rotos pantalones de chándal. La sospecha respecto a las aviesas intenciones del motorista se confirma cuando éste osa pedirle sus bragas, defendiendo tan extravagante petición con el argumento de que es la única solución a su desnudez. "Nadie notará que no las llevas", insiste. Llegados a este punto, la joven repasa todo lo acontecido hasta entonces y teme que esté siendo víctima del sofisticado plan de un exhibicionista. La mujer se aleja apresuradamente del lugar sin dejarse ablandar por los lamentos del falso accidentado, dejándolo en medio de la solitaria carretera con el rostro compungido y cubriéndose la entrepierna con las dos manos. Este caso reciente, como otros centrados en curiosas estratagemas efectuadas por pervertidos, no llegó a convertirse en denuncia. Las víctimas se sienten ridiculizadas y prefieren echar tierra sobre el asunto. Los Mossos d"Esquadra de Girona aseguran que no se han topado jamás con un sátiro de tan depurada técnica y advierten que, aun en el caso de que le hubieran denunciado, la práctica del exhibicionismo ante adultos no constituye delito.

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