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LA COMPAÑÍA.

El actor principal pronuncia su monólogo y a su izquierda le queda su pensador, cómico secundario que no debe a Rodin su reflexiva estampa. Es posible que sea una figura estática, quizá una alegoría. Si habla de futuro el protagonista, con su boquita de piñón, es posible que por la memoria de su vecino esté pasando el recuerdo de lo que fuimos, la convicción de que no somos nadie, aquel día en que pudimos haber llegado a presidente —tan sólo un escalón, un resbalón y no llegamos.

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