La mujer que quería ser alcaldesa
En 1995, recientes todavía las elecciones municipales, con la imposibilidad de un acuerdo que hubiera hecho posible el gobierno de Córdoba, decía Rosa Aguilar cuando alguien preguntaba si le gustaría ser alcaldesa de su ciudad: "¡Qué cosas! Claro que me gustaría ser alcaldesa. Yo adoro Córdoba". Adora Córdoba -lo repite en cada una de sus entrevistas- y adora arrastrar a los amigos por las callejuelas de una ciudad que "sólo Anguita" conoce como ella. Como todos los diputados de provincias, Rosa Aguilar vive un sin vivir de AVE, de cortos domingos en su Córdoba y larguísimas semanas en Madrid.Nació en Córdoba hace 40 años. Es abogada y lleva en política "casi desde que era una cría". Entró en el PCE a los 17 años, y a los 22 ya era miembro del comité provincial. En 1987, con treinta años, era concejal del Ayuntamiento de Córdoba, en el equipo de Julio Anguita. Hasta 1991. Fue diputada en el Parlamento andaluz. En 1993 fue elegida diputada por Córdoba en el Congreso de los Diputados, donde es portavoz de su grupo.
Tiene aspecto frágil, pero maneja con mano de hierro un grupo heterogéneo en el que -dicen- vuelan peligrosamente las navajas y las ambiciones de unos y otros convierten la actividad política en un arduo batallar. Ha sido inflexible en todas las crisis que ha sufrido la organización.
Fiel a Anguita, al que ha seguido desde el Ayuntamiento cordobés hasta el Congreso de los Diputados, Rosa Aguilar cuenta también, en reciprocidad, con el apoyo incuestionable de su jefe de filas. Dicen que fue una excelente nadadora. De competición. Lo que en política tampoco está mal si, además, se sabe guardar la ropa.
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