Más de tres millones de noctámbulos
Más de tres millones de israelíes, la mitad de la población, se lanzaron el miércoles por la noche a la calle, cuando se iniciaron los festejos del 50º aniversario de la proclamación del Estado de Israel. La mayoría de estos viandantes permanecieron gran parte de la velada fuera de sus casas, siguiendo los espectáculos musicales organizados y pagados por los ayuntamientos, para reaparecer ayer por la mañana en los jardines públicos, alrededor de las barbacoas familiares.Ayer los aviones cruzaron sin cesar el cielo de Israel, haciendo durante todo el día todo tipo de acrobacias y un estruendo ensordecedor, que rivalizó permanentemente con el ruido de los radiocasetes de los ciudadanos, quienes después de la comida, continuaron ocupando los espacios verdes de las ciudades, para convertirlos en pistas improvisadas de baile de de danzas populares.
«Nosotros somos un pueblo muy ruidoso», aseguraba Sandra, madre de familia, al final de la noche, mientras se llevaba las manos a las orejas, tratando de protegerse del estallido de los fuegos artificiales pagados también por el alcalde de Jerusalén y a su lado Paula, de dos años, vestida de bandera israelí, bostezaba y no cesaba de pedir que la llevaran a la cama.
Los vecinos ultraortodoxos del barrio de Mea Sherim decidieron también ayer, como todos los años, no hacer caso de las festividades y continuar trabajando como si la celebración no fuera con ellos, no en vano consideran que la proclamación del Estado de Israel por David Ben Gurión en 1948 fue una herejía, que contradice los textos sagrados en los que se asegura que será el Mesías a su retorno a la tierra, quien establezca el verdadero Estado de Israel.
Estos misos vecinos, que la noche anterior habían apedreado varios coches particulares y oficiales que llevaban la bandera de Israel, salieron ayer por la tarde nuevamente a la calle para protestar contra los festejos. Esta vez, además de vestidos de negro como es habitual en ellos, iban con la cabeza tapada, cubiertos de ceniza, después de una jornada de ayuno, para demostrar así su desaprobación por 50 años de una historia que no les gusta. Esto les sirve de excusa para negarse a efectuar el servicio militar y a pagar los impuestos.
(«No lo celebramos porque esto no es la Redención y el Mesías no ha llegado», explicó Shlomo Goronovitch, uno de los residentes del barrio ultraortodoxo, a la agencia Reuters. «Creemos que los judíos deben vivir de acuerdo con la Tora (ssu libro sagrado) y sólo celebrar las festividades recogidas en la Tora», añadió. En las ventanas de muchos de las casas de Mea Sherim colgaban banderas negras. La actitud de este grupo ultraortodoxo, que representa una proporción creciente de la población, constituye otro ejemplo de las profundas divisiones que se dan hoy en día en la sociedad israelí.)
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