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EL NACIMIENTO DEL EURO

El rigor domina el primer presupuesto de la UE en euros

La Comisión Europea ha querido celebrar el lanzamiento del euro con un presupuesto preñado de rigor por todos sus poros. El anteproyecto para el ejercicio de 1999, el primero en el que las cuentas de la Unión ya se denominarán en euros, se eleva a 86.350 millones de euros (casi 14,5 billones de pesetas). Pese a la aparente importancia de esa cantidad, el anteproyecto de Bruselas supone que el presupuesto comunitario equivale al 1,11% del PIB comunitario. Es decir, que se queda muy lejos del tope del 1,27% que los Estados miembros fijaron como límite durante el periodo 1993-97, el llamado paquete Delors-2. En pesetas eso significa que a pesar de que se apela constantemente a la falta de recursos presupuestarios para aumentar las ayudas en sectores tan sensibles como el del aceite de oliva, Bruselas renuncia a unos recursos que se elevan a 13.000 millones de ecus (2,17 billones de pesetas), porque esa es la diferencia entre la propuesta de la Comisión y el tope financiero del 1,27%.

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El objetivo de Bruselas es lanzar a los estados miembros, y muy particularmente a Alemania, el mensaje político de que las exigencias de reducción del gasto comunitario se están cumpliendo a rajatabla. Una consigna que beneficia más al que más aporta, por lo que Alemania aporta 2.800 millones de euros menos de lo que le correspondería si se alcanzara el techo financiero. Francia y el Reino Unido se ahorran 1.900 millones; Italia, 1.500; España, 700 millones y Holanda, 500 millones de euros. El euro vale ahora 168 pesetas.

Más fondos estructurales

El anteproyecto aprobado ayer por el Colegio de Comisarios supone un aumento 3,4% en créditos de pago y un 6,5% den créditos de compromiso respecto al presupuesto de este año. Un aumento que se debe sobre todo a los fondos estructurales. Éstos crecen un 9% en pagos y un 16,6% en compromisos, pero no por la voluntad política de la Comisión Europea, sino por la aplicación a rajatabla de los acuerdos de la cumbre de Edimburgo de 1992, en la que el gasto en cohesión se acordó que fuera un objetivo y no un techo. En el anteproyecto, los gastos en políticas estructurales se elevan a 39.025 millones de euros y las subvenciones agrícolas consumen 40.440 millones. Las políticas internas (investigación, educación, cultura, redes transeuropeas...) se dotan con 5.926 millones; las acciones exteriores, 5.883 millones; los gatos de administración, 4.435 millones y las reservas, 1.192 millones de euros.

Según el comisario de Presupuestos, el finlandés Erkki Liikanen, «la propuesta de la Comisión tiene plenamente en cuenta las prioridades políticas (del paquete Delors-2 ) y al mismo tiempo respeta el rigor presupuestario de los Estados miembros y las exigencias financieras de la próxima ampliación».

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