El herido es mío

Más de una víctima de accidente de tráfico se ha sentido halagada en los últimos años al ver cómo su pequeña fractura de tobillo ha atraído hasta su vera un frenético enjambre de ambulancias dispuestas a prestarle socorro. Éste fue el caso de las dos mujeres -madre e hija- que el 2 de julio de 1997 quedaron contusionadas al sufrir una colisión su Seat 131 en la N-II. A los pocos minutos se congregaron a su alrededor dos helicópteros, dos ambulancias del Samur, dos de la Cruz Roja, otra del Insalud, un vehículo de los bomberos de Madrid y otros dos de la Comunidad, así como dos patrullas de la Guardia Civil. El resultado, además de la sorpresa de las lesionadas, fue un tremendo tapón de 10 kilómetros de largo en la N-II. Las autoridades resolvieron el bochorno aludiendo a la falta de un centro coordinador de emergencias. Pero, creado éste a principios de año, los atascos ambulatorios siguieron. Así ocurrió el 29 de marzo en la N-VI, en el que un accidente de tráfico con dos heridos leves congregó a 10 ambulancias. Una escena que se repitió a los dos días, cuando cinco vehículos de socorro acudieron prestos a atender a un herido leve en la M-40.