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La fiscal rechaza bajar las penas a ocho ultras juzgados por agresiones

Ocho jóvenes de ultraderecha se sentaron ayer en el banquillo por los incidentes ocurridos en Barcelona el Día de la Hispanidad de 1991, cuando agredieron de forma indiscriminada a varios ciudadanos ante la pasividad de la policía. Antes de iniciarse el juicio, las defensas intentaron sin éxito que la fiscal rebajara sus peticiones de penas y pactar así una conformidad entre las partes que no comportara el ingreso en prisión de los acusados en caso de condena.

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Los acusados coincidieron ante la juez en negar las acusaciones de desórdenes públicos y lesiones que les imputa la fiscal y por las que solicita sendas penas de cinco años de prisión para Antonio Costa, Oriol Genius, Lucas Javier Maestre y Juan Miguel Bieto. Para los hermanos Sergio y Héctor Simón Guilera y para Víctor Planas la acusación pública solicita nueve meses de arresto, también por lesiones, y una pena menor para Javier de Alaminos, al estimar que eran menores de edad al ocurrir los hechos. Dos de los acusados inicialmente, también menores, Pablo Dito y Miguel Ángel Hernández, se conformaron con las penas de arresto que reclamaba la fiscal y no llegaron a sentarse en el banquillo. El Ayuntamiento de Barcelona, que ejerce la acusación particular en el caso, reclama penas ligeramente superiores. La policía relacionó en su día a los acusados con las Brigadas Blanquiazules o con la organización ultraderechista Juntas Españolas y en el juicio de ayer alguno de ellos lo admitió sin reparos. La fiscal considera que al acabar el "homenaje a la bandera" que organizan cada año los grupos ultraderechistas en la plaza de los Països Catalans de Barcelona se formó un grupo de unas 100 personas, entre los que estaban los acusados, "simpatizantes de los denominados skin-heads", que persiguieron a cuatro ciudadanos con apariencia punki. Agresiones indiscriminadas Uno de ellos, Pere Joan Fernández, que ayer no compareció a juicio como testigo de cargo, saltó una valla y después de ser acorralado por los acusados y otras personas no identificadas fue golpeado con palos, piedras y otros objetos contundentes. Posteriormente se formó una manifestación que llegó hasta la plaza de Sant Jaume, pero por el camino fueron agredidas otras dos personas. Los vehículos con distintivos de Cataluña y las motocicletas que encontraron a su paso sufrieron desperfectos. Un tenderete de libros de la CNT también fue destrozado. Los responsables del Cuerpo Nacional de Policía, y hasta el entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera, reconocieron que los agentes actuaron de forma pasiva ante las agresiones de los ultras, que acabaron siendo detenidos por los Mossos d"Esquadra. En las dependencias de la policía autonómica los ultras reconocieron los hechos y admitieron que "iban a la caza". PASA A LA PÁGINA 3

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