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La Real pierde su opción

Un Deportivo sólo individual puntúa en Anoeta

El fútbol puede rozar la abstracción como al retrato fotográfico, y en ambos casos resultar tan artístico o insufrible en virtud del manejo del pincel. A la Real Sociedad le temblaba la mano y costaba trabajo saber qué pintaba sobre el terreno de Anoeta, por más que la imaginación de De Pedro y el remate de Kovacevic apañaran un diseño comprensible. El Deportivo resultaba más lineal, combinando líneas rectas y borrones al cincuenta por ciento, pero con un gol en el talego que reducía la máxima expresión del fútbol a su aspecto más escueto: un remate que es un centro, un portero que se sitúa dentro de la portería y un defensor que desvía el balón a su red. Un circunstancia demasiado subvencinada como para quedar impune: La Real obtuvo el empate tras un posible penalti a Kovacevic, una mano clamorosa subsiguiente del jugador realista, un disparo de Imaz al poste que golpea en la espalda de Songo'o y cae a los pies de Cvitanovic. El partido era la expresión de dos equipos accidentados, sólo distinguido por la calidad de los objetivos de ambos colectivos. Uno por Europa, otro por sí mismo. Curiosamente, cada uno se amoldó mejor a la adversidad que a la complicidad de la situación. El gol de Armando interrumpió las buenas intenciones del Deportivo, que hasta entonces había tirado de manual, acotando el campo y manejando el balón como en otros tiempos.

Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Antia, Aranzabal; Mild (De Paula, m

80), Mutiu (Kühbauer, m. 61), Imaz, De Pedro; Cvitanovic (Craioveanu, m. 66) y Kovacevic.Deportivo: Songo'o; Armando, Paco, Naybet, Bonissel; Mauro Silva, Hadji; Escaloni (Donato, m. 74), Djalminha, Fran (David, m. 78); Bassir. Goles: 0-1. M. 23. Saque de esquina que cabecea Naybet y Armando marca, sin ángulo, tras golpear el baón en Imaz, con Alberto dentro de su portería. 1-1. M. 50. Cvitanovic aprovecha un disparo al poste de Imaz. Árbitro: López Nieto. Amonestó a Djalminha, Bonissel, Mild y De Paula. Unos 25.000 espectadores en Anoeta.

El Deportivo había reculado lo suficiente para complicarse la existencia en una retahila de pérdidas de balón en las zonas calientes del terreno que devolvieron a la Real al partido, gracias a la responsabilidad de De Pedro y la movilidad de Kovacevic.

El gol premió la fe realista. Minutos antes, Naybet pudo haber sentenciado el encuentro con una vaselina abortada por Alberto. El Deportivo resulta demasiado complejo para considerarlo un equipo: salvo la aplicación de Bonissel, Escaloni y Mauro Silva, el resto maniobraba a su aire con levísimos destellos personales y un cierto desorden. Djalminha, el factor diferencial, no estaba en ninguna parte salvo en la tablilla de la alineación: fuera de lugar, fuera del partido.

El gol del empate devolvió el encuentro a su invalidez inaugural. Una disputa física, a veces emocional, a veces plana que iguala a contendientes con distintos horizontes.

La Real desaprovechó la ocasión de ser tercero en un momento propicio y ante un calendario favorable. Quizá dejó pasar la última oportunidad para asomarse a la Liga de Campeones y condicionó su presencia europea ante un rival que lejos de ser un conjunto reivindicó nada más que su condición individual. La espesura le pudo a la Real. Es el problema de reducir el centro del campo a la aplicación física.

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