La Guardia Civil descubre un crimen en un atropello que parecía un accidente
Los agentes de la policía judicial de la Guardia Civil de Premià de Mar (Maresme) se han apuntado un buen tanto. Han desentrañado un caso que, en apariencia, era un atropello con resultado de muerte. Dos trocitos de plástico y una botella de fino fueron el pequeño cabo de un enmarañado ovillo en cuyo final había dos jóvenes que habían atropellado y matado a un hombre para apoderarse de su dinero.
El 1 de marzo unos obreros descubrieron en el torrente de Arolas, próximo a Teià, el cadáver de Juan Medialdea, de 38 años. Todo daba a entender que que Medialdea había sido atropellado por un coche cuyo conductor se había fugado. Los guardias, en la inspección, descubrieron una botella de fino manchada de sangre. Entre la ropa del cadáver encontraron dos trocitos de plástico de un coche azul. El plástico era la prueba evidente del atropello; la botella con la sangre de la víctima introducía un giro radical a las hipótesis policiales: el atropello no había sido accidental, sino premeditado. Empezaba una ardua tarea: la de averiguar qué coche había atropellado a la víctima, para poder llegar a su conductor. Era el momento de que los especialistas de información de la Guardia Civil empezaran a trabajar buscando un coche del que sólo sabían que era azul. Empezaron a indagar entre fabricantes para ir descartando modelos, hasta que dieron con el culpable: el Renault Celo matrícula B -4130-SD. Ante un fiscal, un secretario judicial y el abogado del dueño del coche, los guardias realizaron una prueba. En los bajos del coche faltaban dos trozos de plástico y los encontrados en las ropas de Medialdea encajaban en los huecos. El resto fue sencillo. Los agentes de Premià detuvieron a R. R. G., de 23 años, propietario del coche y domiciliado en El Masnou. Cantó a la primera. Lo mismo hizo R. S. M., amigo del primero, también de 23 años y de El Masnou. Los dos amigos son estudiantes y no tienen antecedentes policiales. Confesaron que el 1 de marzo encontraron a Juan Medialdea, que estaba en estado de aparente embriaguez en un bar y exhibía eufórico un fajo de unas 100.000 pesetas. Los dos amigos, según su confesión, pensaron que, dado el estado de negación de la evidencia de Medialdea, sería fácil apoderarse del dinero. A las dos de la madrugada le convencieron para llevarle a casa. Al llegar al torrente Arolas bajaron del coche. Intentaron quitarle los billetes, pero Medialdea ofreció feroz resistencia. Le arrebataron la botella de fino con la que había salido del bar y le sacudieron un botellazo en la cabeza. Lo dejaron medio muerto. Lo remataron con el coche y se fugaron con el menguado botín. El precio de una vida.
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