_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El siglo azulgranaSERGI PÀMIES

Por si todavía no se habían enterado, les comunico que a finales de este año empezarán los actos de celebración del centenario del FC Barcelona, que durarán, me temo, hasta que termine 1999. Como suele decirse en los discursos de entrega de medallas, una efeméride como ésta no podía pasar desapercibida, así que, víctimas del inquietante magnetismo que ejercen sobre la mayoría de los mortales los números redondos, deberemos prepararnos psicológica y físicamente para tan histórico acontecimiento. Sabemos por experiencia que el centenario está considerado uno de los hitos más ansiados por cualquier entidad y que sólo lo superan el bicentenario, el quinto centenario y el no va más del milenario. Por ahora, el Barça sólo puede presumir de siglo y, tal y como lo requiere la ocasión, logrará que hasta los muertos, los insectos y las piedras se enteren de la noticia. En el mundo periodístico, los centenarios suelen ser muy bien recibidos. Resuelven muchas páginas y horas de programación, despiertan modas infográficas y alimentan blandas polémicas basadas en la nostalgia de lo que nunca fue, pero ¿y si hubiera sido, qué? Ya sea la pérdida de una colonia caribeña o la conmemoración del nacimiento de un escritor a una boina pegado, cualquier excusa es buena para dar la orden de zafarrancho de combate y movilizar a la tropa para unas maniobras que, por virtuales, suelen desvirtuar la ya de por sí extraordinariamente frágil realidad. La intención última de estos repentinos ataques de generación del 98 o de lo que toque suele tener un origen noble, que conste. Casi siempre se trata de recuperar la historia, de revisarla bajo otra óptica, de darla a conocer con un lenguaje pedagógico, directo y, sobre todo, actualizado (la actualización es a la historia lo que la uperisación a la leche). En algunos casos, incluso interviene un elemento casi heroico: el de hacer justicia a alguien que, en su momento, no fue lo suficientemente valorado y que, con el paso del tiempo, ha logrado el derecho a reinsertarse en la historia con mayúsculas y a ganarse unas cuantas calles a su nombre. Así, los que en 1997 nos atrincheramos para soportar la lluvia ácida del Any Pla, sabíamos la que se nos venía encima pero, por lo menos, teníamos la esperanza de que el chaparrón terminaría con el año nuevo, como así ha sido. Con el Barça, en cambio, el asunto es más problemático. La cuestión es preocupante porque, ¿acaso podremos hablar más del Barça durante el año de celebración del centenario de lo que estamos hablando actualmente? ¿Acaso se reparará alguna injusticia al concentrar todos los esfuerzos mediáticos en dar a conocer la historia de un club que, cada día, ya da a conocer su historia por delante, por detrás, por encima, por debajo y por dentro? Detecto cierta preocupación entre algunos aficionados. Miento: detecto cierta preocupación en mí mismo, como aficionado. Si a mí, que me gusta esto del Barça, ya me está cargando todo el tiempo y territorio que le dedicamos, ¿qué ocurrirá con otros cuando caiga sobre todos nosotros la avalancha temática del centenario (programas especiales de televisión y de radio, suplementos de periódicos y revistas, colecciones de cromos, catálogos de libros históricos)? ¿Cómo lo resistirán los pobres que, ya ahora, se lamentan de la importancia que nuestra sociedad le da a este más que un club? ¿Habrá que habilitar salas de urgencias en los hospitales para personas víctimas de una sobredosis azulgrana -la síndrome del centenari-? ¿Habrá que pedir asilo político en la Embajada de las Islas Feroe? En definitiva. ¿se puede consumir más barcelonismo del que venimos consumiendo? Desconozco cuáles son los actos que tiene previstos organizar la directiva pero, conociéndolos -llevamos 20 años juntos, casi nada-, me temo que cumplirán con su obligación y no desaprovecharán esta oportunidad histórico-mediática no sólo en favor de sus intereses, sino también en el nombre del pueblo azulgrana. El problema es, ¿podremos resistirlo? Lo malo de ciertas celebraciones -ocurrió con el quinto centenario del descubrimiento de América o con el bicentenario de la Revolución Francesa, por ejemplo- es que, a veces, tras haber superado los interminables 365 días (con sus 365 interminables noches) de conmemoración, uno se queda seco y hastiado. No es bueno abusar de lo que nos gusta porque, en cantidades masivas y exageradas, incluso el paladar más exigente se estropea. Y quien dice paladar, dice cerebro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_