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Una bala no habitual en ETA

La policía cree que la bala que hirió al agente Enrique Rodríguez Jaén es del calibre 22 o del 38, un tipo de munición no habitual en ETA. Este dato hace pensar a los investigadores que los agresores son delincuentes comunes. Pero el caso está siendo investigado por la Brigada de Información de Madrid, encargada de la lucha antiterrorista. En la calle de La Masó, donde se produjo el incidente, no fue hallado ningún casquillo, por lo que se cree que el proyectil fue disparado con un revólver. Aunque si el atacante usó una pistola, es posible que la vaina cayera dentro del automóvil. El Citroën en el que huyeron los atacantes no había sido encontrado anoche. Ni había sido denunciado el robo de un automóvil de ese tipo y cuya matrícula empiece por 01.

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Un mando policial recalcó que "tampoco encaja dentro de las formas de actuación de ETA" que los atacantes no abandonaran el coche tras la acción. En el supuesto de que se tratara de etarras, lo habitual hubiese sido que abandonaran el coche con una bomba incendiaria para borrar sus huellas y evitar ser identificados.

Fuentes de la lucha antiterrorista consideran que ETA no ha vuelto a reconstruir el comando Madrid desde que sus integrantes huyeron la primavera del año pasado, tras una explosión fortuita en su piso franco de la calle de Polibea, en el barrio de La Concepción. El último atentado mortal de ETA en Madrid fue el que le costó la vida al magistrado del Tribunal Supremo Rafael Martínez Emperador, el 10 de febrero de 1997, muy cerca del Retiro.

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