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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socialismo centrado

EL PARTIDO Socialdemócrata Alemán (SPD) se ha centrado. Ha redescubierto un líder que proclama las virtudes del centro, Gerhard Schröder, entronizado como candidato socialdemócrata en el congreso de Leipzig celebrado este pasado fin de semana, con un programa a su medida. Todo ello le acerca al poder federal, una impresión apoyada en encuestas que sitúan al SPD) hasta 10 puntos por delante de los democristianos con vistas a las elecciones del 27 de septiembre, y a Schröder, muy por delante de Kohl en popularidad. En un país con 4,6 millones de parados, la prioridad es el empleo. La "alianza para el empleo, la innovación y la justicia" que propone el SPD tiene mucho que ver con las propuestas de Blair en, el Reino Unido, con énfasis en el empleo juvenil, la educación y la investigación tecnológica. Pero también es receptivo a innovaciones como la reducción y flexibilización del tiempo de trabajo. En Leipzig, Schröder defendió el pragmatismo por encima de la ideología, con el significativo respaldo del ex canciller Helmut Schmidt, que reclamó reformas económicas, aunque resulten impopulares. Con este programa, el SPD intenta recuperar el centro, terreno qué tan bien ha sabido pisar Schröder en su land de Baja Sajonia. Ha dejado también las cosas claras respecto a un posible Gobierno de coalición con unos verdes que se han radicalizado: defenderá la OTAN, no subirá los impuestos -de hecho, los bajará- y sólo admitirá una tasa ecológica "razonable". La reducción de impuestos es la gran bandera que agitan los democristianos de la CDU, entre los que se nota una cierta desbandada, frente al efecto unificador que ha tenido Schröder en el SPD. Los de Kohl proponen bajar el tipo máximo del 56% al 39%, mientras que los socialdemócratas lo dejarían en el 52%. La CDU pretende renovar la "economía social de mercado" haciendo participar más a los empleados en los beneficios de las empresas a cambio de congelar sus salarios, o completando, las pensiones públicas con otras privadas. En el fondo, ambos programas se sitúan en el terreno del centro, y no puede excluirse una nueva edición de la gran alianza tras las elecciones. Lo que aquí más nos interesa del Gobierno que se forme es su política europea. La de Kohl es conocida, y, después de algunas vacilaciones, Schröder parece haberse reconciliado con el euro, siempre que éste sea "tan fuerte como el marco". Y con condiciones, pues pide una armonización fiscal y de prestaciones sociales en el área de la moneda única, e incluso mira con recelo los menores costes laborales en los países del Este. La cuestión es si el candidato socialdemócrata a la cancillería pretende germanizar la política europea, o que sea el propio mercado y la evolución económica los que generen estas armonizaciones.

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