Dos penaltis polémicos
El partido de anoche en Balaídos ha quedado marcado por dos jugadas estimadas clave, los dos penaltis: el primero de ellos al dar en los brazos de Cadete un disparo de Amavisca y, el segundo, un empujón de Redondo a Djorovi. El francés Chistiane Karembeu, con el tono de voz pausado y rumoroso que le caracteriza, reflexionaba sobre lo que consideró el nudo del partido. Su sonrisa relajada contrastaba con las escapadas nerviosas de sus compañeros Redondo, Panucci, Hierro, Guti... Abandonaron los vestuario del campo vigués haciendo oídos sordos a cuantas cuestiones se les planteaba. Afectados por el resultado y el desarrollo del partido, sorteando una muchedumbre de forofos, periodistas, guardias y policías entre trompetas que festejaban la victoria viguesa.Karembeu, como alguno de sus compañeros, no centraba la clave del partido en el tiro al poste de Seedorf ni en los fallos estrepitosos de Morientes frente a la portería. Karembeu, como Fernando Sanz, consideraba que los penaltis habían sido fundamentales. "La pelota no ha querido entrar y luego el penalti nos ha cogido por sorpresa explicaba Fernando Sanz, "ahora sólo nos queda intentar no perder puntos en casa". Heynckes, por su parte, se declaraba demasiado lejos para poder ver nada: "Desde los banquillos yo no pude ver con mucha claridad lo que pasó en el área".
Javier Irureta, el entrenador vigués, argumentaba con contundencia en contra del árbitro: "Iturralde González se equivocó. El balón le pegó a Cadete en el pecho, él nunca tocó la pelota con la mano. Ha sido increíble ver el escudo del Celta y los dos exágonos del balonazo grabados en su pecho". Amavisca capturó el balón fuera del área y disparó. La bola pareció rebotar en los brazos del portugués. Pero Cadete tiene la prueba en su pecho: "Aquí llevó el escudo del Celta en rojo".
En cuanto al penalti de Redondo, su compañero Roberto Carlos fue suficientemente claro: "La falta es uno de tantos empujones que se dan en un partido".
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