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Reportaje:

Pedro de Silva y el poder del erotismo

El ex presidente del Principado de Asturias gana el premio de novela La Sonrisa Vertical

A principios de febrero, la editorial Tusquets anunció el fallo del jurado de la 20ª edición del premio de literatura erótica La Sonrisa Vertical. Kurt, firmada con el seudónimo de Kurt K., había sido seleccionada por el jurado como la mejor de las 108 obras presentadas, gracias a "su planteamiento original y su prosa desnuda y concisa". Sin embargo, la editorial se negó a desvelar la identidad que escondía el sobrenombre, como también el contenido de la novela: estos detalles, al igual que la entrega del premio, deberían esperar este año hasta que la novela se publicara. De este modo, los responsables de Tusquets pretendían combatir el escaso interés que, a su entender, convoca la literatura erótica entre los críticos. Pero lo que debía ser un misterio no resuelto durante un par de meses -ayer se entregó el galardón y se presentó la novela- se convirtió pronto en un secreto a voces: el seudónimo era el escudo de Pedro de Silva (Gijón, 1945), que fue presidente del Principado de Asturias durante ocho años.De Silva hubiera deseado tal vez que el misterio no se resolviera nunca. Asegura que cuando una de las publicaciones en las que colabora regularmente acabó con la incógnita, se "resignó" a que todos supieran la noticia. El negó hasta donde pudo ser el verdadero rostro de Kurt K. Retirado de la política desde 1991 para dedicarse a escribir y porque nunca estuvo "del todo en el pellejo del político", no se sentía "a gusto en él" -aunque conserva el carnet socialista y se debate estos días entre Joaquín Almunia y Josep Borrell, los dos amigos suyos-, asegura que su defensa del seudónimo no obedece "al pudor ni al afán de ocultar". Afirma, en cambio, que "este género pide distancia". Cuando el editor le pidió un prólogo para el libro, decidió que el juego se había ,terminado, porque "una cosa son los subterfugios literarios y otra los artificios".

La obra que le ha valido La Sonrisa Vertical "trata más del alma que del cuerpo", y reúne 100 escenas y relatos que tienen en común a un mismo personaje: el Kurt que da nombre al libro, embarcado en el empeño de desentrañar el misterio de la mujer como realidad primigenia, intemporal, que luego se materializa en realidades concretas". El nombre del protagonista "no responde a nada, tiene cuatro letras como muchos de los nombres eróticos, e incluye la k, que en España tiene connotaciones transgresoras".

Pero no es ésta la primera vez que De Silva (autor de tres libros de poesía, seis ensayos, una obra de teatro y otras dos novelas) se adentra con su pluma en el terreno del erotismo, que considera "el único misterio disponible después de que, por culpa de los científicos, el cosmos no tiene ya secretos". Dona y Deva (Alfaguara, 1995), novela publicada con el seudónimo de Carlos del Busto, está jalonada de pasajes eróticos. Consciente de que muchos lectores comprarán Kurt movidos por el morbo en busca de la concupiscencia del ex presidente, De Silva afirma que la reacción del público no ha condicionado su escritura. "Donde hay que intentar ser cautos es en el estilo, que sanea cualquier forma de obscenidad. Intento depurar a través del estilo la carga de intensidad que pueda haber".

En su defensa, si es que la necesita, esgrime que "la mogijatería actual del político es bastante reciente; históricamente, las grandes obras eróticas las han escrito políticos, que antes se llamaban cortesanos, clérigos o abogados". Al frente de un bufete al que dedica muchas horas, De Silva pertenece al primero y al último de estos colectivos, aunque niega que su ejercicio como político le haya servido como entrenamiento a la hora de cultivar el género: "Siempre se habla de la erótica del poder, pero yo creo que el gusto por él es como una proyección perversa de la libido, al igual que el gusto por el dinero. Son un sustantivo del gusto por el amor y el sexo". Y se siente, en cambio, muy satisfecho de no formar parte del club "transideológico" de los mojigatos: "En España, la tolerancia moral es tan viva que no hay regresión ni represión que pueda con ella. Creo que es el fruto feliz de la democracia. Estar en el frente de esa batalla modestísima como un pequeño francotirador es saluble para todos, y combatir ahí es seguir combatiendo por la libertad".

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