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Accidentes

Los representantes sindicales de los trabajadores afirman que los accidentes» laborales han aumentado este año un 70% respecto al anterior. Los representantes de la patronal aseguran que no tanto. Los de la Administración dicen que ya han tomado medidas, que promueven campañas publicitarias preventivas y hasta se arbitrarán premios para aquellos empresarios que se distingan por cumplir la normativa de prevención de riesgos.Pero no hay que fiarse. En cuanto surge un problema, los responsables de solucionarlo montan una campaña, mejor si sale por televisión, y ahí se las den todas. Las campañas están de moda y uno sospecha que no sirven. para nada excepto para que el promotor se justifique ante la opinión pública y para que la opinión pública, a su vez, reciba la consigna lanzada, padezca con ella una fijación obsesiva durante varios días, y se olvide en cuanto llega la nueva campaña.

Las campañas, en este país, se suceden sin solución de continuidad, y mantienen preocupada a la ciudadanía todo el año con las más diversas cuestiones, sin poder profundizar en ninguna pues apenas abordan el problema ya les traen otro. En este país las campañas sobre las pensiones de viudedad, las mujeres maltratadas, la importancia del euro, los juguetes bélicos, la supervivencia del oso panda, la recogida de basuras, el nocivo vicio de fumar, la utilización de los transportes públicos, el cuidado de la flora y el amor a la fauna, el apoyo al cine español, los beneficios que reporta hacer footing, la incontinencia de los canes, y de ahí hasta el infinito, se suceden a una velocidad pasmosa.

Uno de los representantes de la patronal de la construcción ha manifestado que los accidentes laborales son inevitables y lo que procede, es procurar que disminuyan. En cambio los representantes sindicales denuncian que no se cumple la normativa vigente, que algunos patronos obligan a sus empleados a trabajar en condiciones peligrosas con la amenaza del despido, que la Administración, no toma las debida s medidas donde eso ocurre. La realidad es que en las últimas semanas han aumentado llamativamente los accidentes laborales en la construcción, dentro de la Comunidad madrileña, con un elevado número de muertes. De manera que el problema es gravísimo y requiere urgente solución. Las ejecutivas sindicales del sector anuncian huelga por este motivo. Quizá sea ese el camino. A los trabajadores jamás se les ha regalado nada.

La historia de los movimientos obreros ensena que costó ímprobos esfuerzos -a veces enormes sacrificios conseguir cada avance social. Para que se reconociera el derecho de los traba adores a contar con medidas de seguridad y a recibir ayudas en caso de infortunio, se tuvieron que producir manifestaciones y huelgas en prácticamente todos los países civilizados. Hubo hasta una llamada Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, creada en Filadelfia por un iluminado, que escondía oscuros propósitos sectarios pero que aglutinó a la clase obrera, encauzó sus reivindicaciones, y logró que gran parte de ellas quedaran definitivamente establecidas por ley. El trabajo es ahora un bien precioso. Quien tiene trabajo se considera un privilegiado. El trabajo dignifica al hombre, proclama la Iglesia. Mucho han cambiado los tiempos. Porque desde los orígenes del hombre, trabajar había sido siempre sinónimo de sinsabor y hasta de maldición. En el propio origen latino de la palabra está el estigma: tortura, sufrimiento, dolor.

Cuando el trabajo pasó a ser una actividad organizada en la que una cuadrilla llamada "mano de obra" producía a destajo para el enriquecimiento del patrón a cambio de un parvo salario, cambió el panorama. La patronal contaba con el poder económico, que podía manipular al poder político e incluso pagar las teorías, las campañas, los dogmas y la literatura que convinieran a sus intereses, mientras la aspiración a un salario digno, a un apoyo social, a una seguridad en el trabajo sólo podían lograrlo los trabajadores mediante la lucha de clases.

Seguramente no hay motivo para volver a empezar. Pero tampoco convendría olvidarlo.

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