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Reportaje:

Parados por una parada

300 ancianos de la residencia de Alcalá cortan el tráfico para pedir que les acerquen el autobús

Enriqueta Sarría es una pizpireta señora de 94 años que vive desde hace 23 en la residencia que la Comunidad tiene a las afueras de Alcalá. Fue una de las 300 personas que, sillas de tijera en mano, cortaron ayer durante una hora el tráfico de la antigua carretera de Meco, por tres puntos diferentes. Pedían que el autobús urbano que usan para bajar a la ciudad pare de nuevo junto a la puerta de la residencia y no al otro lado de la calzada. "Me horroriza cruzar la carretera porque estoy casi ciega", se quejaba Sarría, que camina ayudada por un bastón.La residencia de Alcalá, en la que viven 580 personas con una media de edad de 80 años, está aislada y a tres kilómetros del casco urbano, las tiendas, los cafés y la compañía de gente más joven. Para muchos, la única manera de bajar a Alcalá es el autobús de la línea 3, que pasa cada 15 minutos. Durante 20 años cruzó la verja de la residencia y se detuvo frente a la puerta, pero desde el pasado 1 de enero no es así. Y los residentes protestan.

"Sólo queremos 50 metros", rezaban sus pancartas. "A los 90 años, ¡son un mundo!", apuntó un anciano. Soledad Gutiérrez, de 72 años, los puede recorrer, pero, como está en el Consejo de Residentes, se encargó, junto a los otro cuatro miembros, de organizar la manifestación "al amparo del artículo 21 de la Constitución" y tras "agotar la vía del diálogo" y pedir permiso a "la comisaría de policía". Así se leía en los bandos que a modo de convocatoria pusieron en el edificio.

Por la tarde, Gutiérrez bajó a Alcalá a hacer unas compras. "Aquí tenemos tienda, pero todo es más caro. Damos el 83% de la pensión por la habitación, y con lo que queda hay que pagar el entierro y el bonobús. ¡Hay que mirar la peseta!", dice.

El edil de Tráfico, Javier Fernández (PP), aseguró que antes la línea 3 terminaba en la residencia y el Consorcio de Transportes les hacía el favor de acercar el bus hasta su puerta, pero que ahora se ha ampliado el recorrido hasta el nuevo barrio de Espartales, con 5.000 viviendas, así que la residencia queda a medio camino y los autobuses no pueden "seguir entrando en un recinto privado". Y añade que la residencia cuenta con una furgoneta. "Ese coche sólo es para ir al médico y no incluye el dentista. Aquí decimos que todos tenemos la dentadura sana y lo que está duro es el filete, pero ¿tú te lo crees?", bromea Gutiérrez.

El consorcio ha cedido algo. Frente a la residencia hay una parada de autobús junto a la verja para ir en dirección a Espartales y una segunda al otro lado de la carretera para bajar a Alcalá. Los residentes podrán montar en el bus al lado de la verja para ir a Alcalá y pagar sólo un billete, si aceptan visitar el nuevo barrio entremedias y sentados en el autobús.

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