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Vallecas Villa cierra sus comercios y 2.000 vecinos se echan a la calle contra la droga

Las asociaciones de vecinos y comerciantes de Vallecas Villa han apretado el acelerador en sus movilizaciones para exigir que se desmantele el poblado de realojamiento de La Rosilla, un importante punto de venta de droga. Al mediodía de ayer, 200 vecinos de la zona se concentraron ante el Congreso de los Diputados y expusieron la situación a parlamentarios del PSOE e IU. La protesta continuó por la tarde con el cierre de los comercios del distrito y concluyó con una manifestación de 2.000 personas desde la junta de Vallecas Villa a la del Puente de Vallecas.

A partir de las seis de la tarde, la inmensa mayoría de las tiendas y bares del distrito cerraron sus puertas, atendiendo a la convocatoria de la asociación de comerciantes. Su secretario, José Centoira, explicaba que el desmantelamiento de La Rosilla es imprescindible para la zona. "Además de los robos y atracos que sufrimos, todos los días tenemos a diez toxicómanos pidiéndonos en nuestros comercios, y eso crea inseguridad porque nunca sabes cómo van a reaccionar", asegura; "las quejas también se repiten entre los empresarios del polígono industrial, por el que pasan los drogodependientes desde la estación del tren". "Hay que tener en cuenta que La Rosilla está en el futuro Ensanche de Vallecas, y ningún constructor va a empezar a edificar con lo que hay ahora montado allí", concluye.A las 19.30 dio comienzo la manifestación, que recorrió toda la avenida de la Albufera, unos cuatro kilómetros, desde la Junta Municipal de Vallecas Villa a la del Puente de Vallecas. La protesta duró dos horas, en las que el tráfico permaneció cortado en uno de los sentidos.

La convocatoria la realizó, además de los comerciantes, las asociaciones de vecinos Ahora, del casco de Vallecas Villa, y La Colmena, del barrio de Santa Eugenia. "Lo que reclamamos es que derriben esas 137 casas ya destrozadas del poblado, que no han servido para integrar a nadie y se han convertido en un gueto", aseguran Ignacio García, presidente de Ahora, y Pedro Fraile, de La Colmena.

Los vecinos calculan que cada día se acercan a La Rosilla unos 4.000 toxicómanos en busca de su dosis. Este dato contrasta con el del director de la Agencia Antidroga de la Comunidad, José Cabrera, que estima que son de 2.500 a 3.000 los drogodependientes que compran su dosis en el conjunto de los poblados marginales.

Protesta en el Congreso

Varios miembros de la asociación vecinal fueron recibidos ayer en el Congreso por Cristina Alberdi, diputada del PSOE, e Inés Sabanés, de IU. Alberdi señaló que ha formulado una pregunta parlamentaria sobre este asunto, que deberá contestar el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Sabanés explicó que su grupo ha solicitado la comparecencia en el Congreso del delegado del Plan Nacional contra las Drogas, Gonzalo Robles, para que explique qué medidas se van a adoptar sobre este conflicto.Las asociaciones de vecinos aseguran que en las reiteradas reuniones que han mantenido con el Ayuntamiento de Madrid, responsable del asentamiento, no han recibido ninguna respuesta sobre su futuro. El 2 de abril las asociaciones esperan que varios parlamentarios se acerquen con ellos hasta el poblado para comprobar la situación que en él se vive.

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Las protestas por la venta de droga en La Rosilla, un barrio de casas bajas de hormigón donde viven 137 familias gitanas que antes habitaban en los poblados chabolistas de Pies Negros (Puente de Vallecas) y Los Focos (San Blas), comenzaron en mayo de 1997. Desde entonces, los vecinos han salido a la calle en sesenta ocasiones.

La Rosilla, situada en la antigua carretera de Villaverde a Vallecas, ha sido un importante punto de venta de papelinas de heroína y cocaína desde que en 1992 se llevó allí a las primeras 88 familias.

Pero incrementó su actividad con la llegada de otras 49 el pasado verano desde Los Focos, otro importante supermercado de la droga, desmantelado entonces por presiones urbanísticas. El fuerte trapicheo que existía en Los Focos se trasladó, tras su derribo, a otros poblados marginales como La Rosilla y La Celsa (Puente de Vallecas).

Cada una de las casetas de este asentamiento ha costado al Ayuntamiento de Madrid unos siete millones de pesetas (un precio similar al de los pisos sociales). El poblado está dentro de lo que será el Ensanche de Vallecas, un barrio donde pronto se levantarán 20.000 pisos, una parte de ellos públicos.

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