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FÚTBOL: 27ª JORNADA DE LIGA

Empacho en el Tartiere

Oviedo y Valencia se pierden en un juego al contraataque

El Oviedo-Valencia, incluso en los números del marcador final, fue un rendido homenaje a la bella Italia. Bella en casi todo, salvo en el estilo de su fútbol más genuino, ese juego encorsetado por el empacho táctica, feo de apariencia y más propenso a la destrucción que un martillo neumático.El Valencia es un equipo de marcada tendencia italiana. Su entrenador, Claudio Ranieri, nació allí y ha grabado su sistema según el molde más representativo del calcio. Óscar Tabarez, el entrenador del Oviedo, procede en origen de otra escuela muy diferente, pero su paso por Italia debió dejarle marcada la impronta del viejo catenaccio. Ni a él ni a Ranieri les va del todo mal y ayer, fieles al molde, se vieron ambos ante un gran dilema. El nudo gordiano era un choque entre dos equipos obsesionados por jugar a la contra.

Fue el Valencia el que se encontró con la horma de su zapato. De pronto, Ranieri vio a sus hombres conminados a poseer el balón y a tener que subirse hasta campo enemigo, donde el Oviedo esperaba, como lleva toda la Liga esperando.

Buscando la línea del frente, y relegando la línea medular a un trabajo propio de zapadores, el Valencia llegó aisladamente ante los dominios de Esteban y apenas acertó a dejar el sello de marca de Ilie. El rumano es el hallazgo del invierno; un ariete lleno de clase, que se estrelló ante Esteban tras 19 minutos iniciales absolutamente somníferos.

El guión plano y previsible del partido pudo reescribirse a partir de la expulsión de Cáceres, justo tras el descanso. El Valencia no dudó en darle al Oviedo un resquicio para que éste saliera de su escondite. Pero ni así. Las intenciones de Tabarez quedaron bien claras cuando Dubovski compareció en escena y lo hizo a costa de la retirada de Juan González. En cuanto a Ranieri, su movimiento de peones fue una declaración de principios. Su equipo se había quedado con 10 jugadores y el dedo señaló que quien sobraba era el delantero centro, aunque éste no fuera otro que Ilie.

El partido volvió a ser lo que otros muchos anteriores en el Carlos Tartiere; una riña sorda y tumultuosa y, surgiendo de la nada, la pierna izquierda de Pompei, otro de los acontecimientos de la temporada, acostumbrado ya a trabajar en medio de un desierto de iniciativas.

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