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Desarticulada una banda internacional que robaba coches de lujo para venderlos en países del Este

Cada noche salían por Madrid con un viejo Renault 9, preparado como coche-taller, elegían el Mercedes o el todoterreno que les gustaba, y se lo llevaban. El resto de la operación consistía en falsificar las llaves de apertura de las puertas, falsear las matrículas e introducir los vehículos en países del Este europeo o en Marruecos contando con la complicidad de agentes fronterizos que, naturalmente, recibían una propina.La sección de Tráfico Ilícito de Vehículos de la Unidad Central de Policía Judicial ha detenido a 15 personas relacionadas con una red internacional y ha recuperado 45 automóviles de lujo, 20 de ellos en Madrid. En todos los casos se trata de todoterrenos Mitsubishi, Nissan Patrol GR, Top Line, Gran Cherokee y monovolúmenes Chrysler Voyager, además de automóviles Mercedes, Audi y BMW.

El grupo, asentado en Madrid, disponía de un garaje en el Círculo Comercial de Torrejón de Ardoz, donde manipulaba los números de bastidor y colocaba las placas de matrícula falsa, antes de proceder a la exportación de los coches robados, según la Dirección General de la Policía.

La organización estaba presuntamente dirigida por los búlgaros Kalin Ivanov Genov, domiciliado en la céntrica calle del Desengaño, y Hristov Todorov Mirkov, residente en la calle de Ricardo Ortiz. Ambos utilizaban pasaportes falsos y tenían prohibida la entrada en España, de donde habían sido expulsados.

El segundo círculo de la organización estaba supuestamente formado por Borís Kirilov Petrov, domiciliado en Alcalá de Henares; Alexandre Mirkov, hermano de uno de los dos presuntos dirigentes de la banda; Stoyan Lubomidov Karchev, que vivía en la calle de Carolina Coronado; Vladímir Mouniv Gueroguieva, alias Rady, que compartía piso con el anterior, y Mike Kantush, que también ocupaba el apartamento de la calle del Desengaño.

El tercer eslabón de la cadena lo componían, presuntamente, cuatro españoles, un ruso y tres búlgaros, cuya misión era transportar los automóviles robados hasta Bulgaria y Marruecos. Estos correos facilitaban sus datos personales para confeccionar con ellos la documentación falsa de los vehículos y percibían 50.000 pesetas por cada coche que trasladaban a su destino. Los vehículos se vendían a precio de ganga: 500.000 pesetas un todoterreno.

La banda aprovechaba sus ratos de ocio en comprar perfumes caros o aparatos de vídeo mediante tarjetas de crédito falsas. También fabricaban artesanalmente monedas de 100 y 500 pesetas para jugar en tragaperras o para sacar tabaco de máquinas.

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