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El Parlamento se enfrenta a Yeltsin y deja el Presupuesto para marzo

El guión señalaba que la cuarta y última lectura parlamentarias del Presupuesto ruso debía ser puro trámite, pero las enmiendas introducidas a última hora por el presidente, Borís Yeltsin, lo embrollaron hasta el extremo de que, finalmente, dos votaciones no sirvieron para lograr la mayoría suficiente para que las cuentas del Estado fuesen adoptadas. Todo queda aplazado hasta el 4 de marzo.

Sobre el Presupuesto pende la amenaza de otro enfrentamieno entre el Parlamento y el Kremlin, ya que los cambios realistas" exigidos por Yeltsin fueron rechazados por sus señorías. Para ser unas cuentas que, a la hora de la verdad, no se cumplen ni remotamente, ni en los gastos (siempre muy por encima de lo previsto) ni en los ingresos (justo lo contrario), las de este año están armando tanto ruido que, por segunda vez en pocos meses, se han convertido en el centro de una crisis política, que en su evolución más extrema podría incluso conducir a lecciones anticipadas.Todo parecía atado y bien atado en las tres primeras lecturas, en las que la oposición comunista y nacionalista consiguió arrancar sustanciales concesiones en forma de gastos adicionales. Poco parecía importar que, en el camino, la crisis asiátia y el aumento espectacular de los tipos de interés hubieran convertido en casi absurdas muchas de sus previsiones.

Pero Yeltsin, en el mensaje sobre el estado de la nación ,pronunciado el martes ante los miembros de las dos Cámaras,o un viraje inusitado hacia la ortodoxia financiera y exigió la aprobación de 12 enmiendas para poner las cosas en su sitio.Su ministro de Finanzas, Mijaíl Zadómov, no tardó en aclarar que el Yeltsin ejercería su veto si no le hacían caso.

Comunistas, nacionalistas e incluso los liberales de Grigori Yavlinski no aceptaron tragar con lo que consideraban un chantaje y ayer, una por una, fueron rechazando las enmiendas, incluida la más importantee todas, que proponía un recorte en los gastos de unos 700.000 millones de pesetas a menos que se arbitraran los medios para aumentar otro tanto a recaudación fiscal.

Paradójicamente, el texto (sin emiendas) surgido de la tercera lectura, y que Yeltsin probablemente habría vetado, tampoco pudo ser aprobado, con lo que todo el expediente se aplaza hasta marzo, tiempo más que suficiente para negociar públicamente o entre bastidores y evitar el choque frontal.

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