Fruta, blocs de notas e Internet
Van Gaal, el técnico del Barça, se pasa cada día 10 horas en el Camp Nou, de donde no sale ni para comer
El despertador suena en su suite del hotel Juan Carlos I, en Barcelona, antes de las 9.00. Un zumo de naranja y media hora después ya está en el campo. La distancia es un paseo -1,5 kilómetros-, pero Louis van Gaal, el técnico holandés del Barça, no pierde el tiempo. Prefiere ir en su Renault Safrane color oro. El Camp Nou es su auténtica casa. Su vida no es sólo el césped y el balón. Con una disciplina prusiana, con auténtica devoción por el trabajo, el entrenador permanece en su despacho -anexo a los vestuarios y sin ventanas- hasta las 20.00 horas, seis horas después de que los futbolistas se hayan ido a casa. No sale ni para comer. Con la fruta, basta. En septiembre, ese despacho sólo tenía una mesa y dos sillas. La decoración ahora ha cambiado. "¿Necesito comodidad, no?", interpela. La madera ya viste las paredes; hay un par de sofás -allí, en la intimidad, es donde habla con sus jugadores-, un ordenador... y sus dos blocs de notas -va por el segundo esta temporada- sobre la mesa, escrupulosamente colocados, sin tachones -usa bolígrafos de dos colores-, que representan al detalle el discurrir del equipo. Un cuaderno del Ajax sirve como referente para aplicar sus métodos al Barça. Muy cerca, tres fotos de DNI de su compañera y sus dos hijas. Un retrato suyo al óleo todavía está sin colgar.
Van Gaal es un maniático del orden y tiene uña apretada agenda que comienza con reuniones, sigue con el entrenamiento, prosigue con más charlas y acaba en solitario con sus blocs, el ordenador e Internet. Nadie en el Camp Nou le discute su sentido del trabajo. La opinión de la mayoría de los empleados del club es unánime: el holandés hace más horas que un reloj, aunque algunos crean que tanto trabajo no acaba de reflejarse por ahora en el equipo.
La puntualidad es sagrada. No se perdona que todo el cuerpo técnico no esté a las 9.30 trabajando. Desde sus fieles escuderos Gerard van der Lem y Frans Hoek -el preparador de porteros es incluso más madrugador que su jefe- hasta el delegado Carlos Naval, pasando por el resto de los técnicos -sólo queda el portugués José Mourinho tras la marcha de Rexach-, los tres fisioterapeutas, el preparador físico Paco Seirullo, el doctor Fernando Baños y el responsable de prensa e intérprete Josep Miquel Terés. Con todos ellos volverá a reunirse tras el entrenamiento.
En la primera hora de trabajo se discute sobre la sesión del día y los jugadores disponibles. El médico le traslada el parte diario. El sueño y el desayuno en casa no son excusa para llegar tarde. Un bufé de frutas y cereales está siempre disponible para toda la plantilla desde que Van Gaal llegó al club. El entrenamiento empieza a las 10.30 horas con una reunión entre técnicos y futbolistas. Se habla del ensayo del día y se comentan posibles cuestiones que hayan aparecido en la prensa relacionadas con el colectivo. Manda la disciplina. Algunos jugadores -Stoichkov, Anderson...- ya conocen las consecuencias de hablar más de la cuenta.
El final del entrenamiento -hora y media- representa para la mayoría el punto final de la jornada laboral. No sucede lo mismo para Van Gaal. El técnico se ha impuesto una dieta a base frutas y algún que otro cereal para proseguir con su trabajo en el vestuario. El holandés aprovecha el tiempo del almuerzo para reunirse con algún jugador, recibir visitas o atender a algún periodista.
Van Gaal destina dos días a la semana a Bobby Robson y Lorenzo Serra Ferrer. Cada lunes y viernes, al término de la sesión preparatoria, el director de fichajes y el del fútbol base, respectivamente, se reúnen con el holandés para comentar y analizar lo relacionado con cada área. El calendario, por razones obvias, varía. No se ha entrevistado esta semana con Robson, que está observando partidos de la Copa de África. El ejecutivo de la empresa debe rendir cuentas a su patrón. El martes es el día en principio fijado para la entrevista Van Gaal-Josep Lluís Núñez, el único eximido de acudir al despacho del vestuario. Se ven en un restaurante o en las oficinas profesionales del presidente.
Una vez cumplida la agenda de trabajo, Van Gaal destina el resto de las horas a ordenar sus notas y a ver vídeos. Se encierra en su área de trabajo, compuesta por su despacho y una sala de juntas anexa con capacidad para 10 personas. Es allí donde Van Gaal trabaja en solitario una media de seis horas, aislado de los ruidos de las máquinas del gimnasio o los murmullos de los jugadores. Sólo él, la fruta, sus blocs de notas e Internet. Desde allí presume de controlar el mundo. "¡Han echado a Gullit del Chelsea!", exclamó tras descubrir el jueves la noticia a través de su ordenador al tiempo que llegaba a los periódicos. A ese ordenador acaba enviando los apuntes de sus libretas. "¿Por qué interesan tanto? Apunto los errores tácticos para corregirlos en el descanso. Si no, me olvido", dice.
Van Gaal sale del Camp Nou de noche, sobre las ocho. "No me llevo trabajo ni vídeos a casa. Truus, mi mujer, no para de hablar", cuenta. Sus horas de ocio las dedica a cenar con ella. "Lo que más me gusta de esta ciudad es la amabilidad y la educación de la gente. Y la comida, que es excelente", dice, satisfecho de haber cambiado el bacardi-cola por el rioja. Ha descubierto la dieta mediterránea y ha conseguido lo mejor: adelgazar siete kilos, olvidar la mantequilla y reducir su colesterol alto cuando vivía en Amsterdam. Pero tiene nostalgia de las cocineras del Ajax y de sus sopas. Y no duda cuando señala lo que más detesta de Barcelona: el tráfico, sobre todo cuando llueve.
No le gusta el cine y se relaja con la música, por ejemplo, de la canadiense Celine Dion. Visitó en verano el Port Vell, el Port Olímpic, la Sagrada Família, Montjuïc y Montserrat. Dice que ahora no tiene tiempo para hacer turismo -"el Barça es el club de Europa que ha jugado más partidos"- ni para estudiar castellano. "Desde que estoy aquí, sólo he tomado siete lecciones de dos horas", asegura. Pero se defiende mejor de lo que aparenta: puede mantener una fluida conversación en castellano, idioma que prefiere incluso cuando no hay periodistas.
En abril su vida cambiará. Los Van Gaal irán a vivir a Sitges, en una casa junto al campo de golf -"no lo practico; me faltan horas"- donde tendrá a Núñez padre como vecino de arriba y Núñez hijo como vecino de abajo. Sus hijas, Brenda y Renate -una estudia Económicas-, seguirán en Holanda.
Van Gaal apaga la luz a medianoche. Duerme una media de siete horas y vuelta a empezar. "¿Qué es lo último que hace usted antes de irse a dormir?", se le pregunta. "Ask my wife [pregunte a mi mujer]", responde con una sonrisa.
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