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"Me encontré a mis amigos como siempre cogidos de la mano"

Jorge A. Rodríguez

Luis Miguel Martín Rubio, de 35 años, es el único concejal del Ayuntamiento de Sevilla que vio muerto en la calle a su compañero Alberto Jiménez-Becerril y a su mujer, Ascensión García Ortiz. Y también fue quien tuvo que comunicar de madrugada la noticia a la alcaldesa de Sevilla, Soledad Becerril, así como a algunos de los familiares de los fallecidos. Era, además, íntimo amigo de ambos, tanto, que tenía previsto almorzar el mismo viernes con el fallecido. Martín Rubio, responsable de Seguridad del Ayuntamiento hispalense, asegura que le debe al concejal asesinado el estar ahora en política.Pregunta. ¿Cómo se enteró de los hechos?

Respuesta. Llamó a mi casa el inspector de Policía Local. Mi mujer me pasó el teléfono. Una llamada de madrugada en mi casa viene siendo habitual; no de este contenido, pero han existido a lo largo de los dos años y medio que llevo en el cargo. P. ¿Qué hora era?

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R. Las dos menos algo de la mañana, no lo recuerdo bien. Mi mujer me dijo que era el inspector. Éste me intentó entrar de alguna manera, y me dijo: 'Han asesinado a Alberto Jiménez-Becerril y a su esposa'.

P. ¿Cuál fue su reacción?

R. Me desplacé enseguida al lugar del crimen. Y me encontré a mis amigos como siempre los había visto, prácticamente cogidos de la mano. No se me borrará en toda mi vida.

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P. ¿Cómo comunicó la noticia a Soledad Becerril?

R. Fue algo muy duro. La alcaldesa se echó a llorar. Ella vive próxima al lugar, tardó unos cinco o diez minutos en llegar y estaba ya el juez, levantando los cadáveres y la funeraria con los féretros. No llegó a ver la tragedia que yo vi. Entre los dos nos tuvimos que hacer cargo de ver cómo informábamos a los compañeros, a la familia... P. ¿Cómo localizaron a la familia?

R. Primero fue al hermano de él, que estaba en Madrid. Luego hablamos con un tío suyo, que prácticamente era un padre para Alberto. A casa de la madre mandamos a un familiar. Por parte de ella hablamos con un cuñado suyo para que lo transmitiera a la hermana de Asen, y así poco a poco. Luego nos encontramos con el tema de los niños, que estaban en casa con una canguro. No había más de 20 metros entre donde estaban los cuerpos y la ventana del dormitorio de los chavales; tuvieron que oír las detonaciones. Los niños los han llevado a casa de unos familiares, a una finca. Poco a poco les irán diciendo lo que ha ocurrido con sus padres. A la que sí llamamos fue a la canguro, y a la pobre le dio un ataque de nervios.

P. Fue usted el único de sus compañeros que vio los cadáveres.

R. Sí, así es, y por eso quizás no he podido reaccionar, hablar con los medios hasta ahora y manifestar cosas que son muy delicadas y que me han marcado un antes y después, como me marcó la amistad con Alberto.

P. ¿Cómo está su familia?

R. Mal. Prefiero no hablar de esto. Del asunto de las mujeres y los niños, mía y de mis compañeros, y de lo que han sentido prefiero no hablar.

P. ¿La Policía Local va a tomar algún tipo de medidas?

R. Ya veníamos haciendo cosas, trabajando en colaboración con el Cuerpo Nacional de Policía. Los concejales habíamos recibido en su día, y la semana pasada lo hablaba yo con mis compañeros, aviso de que no teníamos que bajar la guardia en los temas de autoprotección dada la situación.

P. ¿Tenían conocimiento de alguna amenaza?

R. No, pero sabíamos que los concejales del PP somos objetivo de ETA.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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