El paro bajó en Francia un 2,8% en diciembre y se situó en el 12,2%
Al fin se acabó el rosario de míseras décimas que, todo lo más, permitían hablar de frenazo en el incremento del paro y de un estancamiento a la baja de las víctimas del desempleo. El paro ha bajado en Francia en diciembre y lo ha hecho sustancialmente y de forma general y equilibrada, beneficiando fundamentalmente a los jóvenes y los parados de larga duración.
El 2,8% de reducción sobre el mes de noviembre anunciado ayer por el Ministerio de Empleo es todo un acontecimiento, la noticia que todo el mundo esperaba y que nadie se aventuraba a predecir, la prueba de que el crecimiento está arraigando con fuerza.
La cifra de diciembre y esas décimas a la baja que venían repitiéndose desde agosto hacen que el paro en Francia haya caído un 1,7% en 1997 y que hoy quede en el 12,2% de la población activa.
Políticamente, la noticia no puede ser más oportuna para un Gobierno socialista desconcertado por el fenómeno de las movilizaciones de los parados y sometido al fuego cruzado de la oposición parlamentaria y de la patronal a propósito del proyecto de la semana laboral de las 35 horas.
Frente a la euforia, apenas contenida, en los ministerios de Empleo y de Economía, y al optimismo en los ambientes económicos, el primer ministro, Lionel Jospin, y otros miembros de su gabinete adoptaron ayer una actitud de prudencia que a algunos les resultó excesiva, incluso exasperante.
"La cifra de diciembre es alentadora, pero río es razonable emitir un juicio fundado sobre el resultado de un único mes en el que, por otra parte, se producen movimientos de contratación vinculados a las fiestas de Navidad", indicó el primer ministro. A tenor de esa cautela oficial, se diría que el Gobierno no las tiene todas consigo y que teme que el resultado de enero no ratifique el del mes precedente.
Crecimiento económico
Claro que, al contrario que la oposición y que la patronal, los socialistas y el conjunto de la izquierda no creen en absoluto que el crecimiento económico pueda, por sí sólo, resolver el problema del paro. Más aún; un exceso de euforia, de fe en los frutos de esta fase expansionista, podría llevar a invalidar la necesidad del conjunto de medidas, singularmente la semana laboral de las 35 horas, destinadas precisamente a combatir el paro.Sin llegar a ejercer de aguafiestas, los socialistas subrayan que pese a los 86.800 nuevos empleos creados, hay 3.027.800 ciudadanos que siguen sin trabajo.
"A mi no me ha asombrado el dato. El crecimiento ecónomico es suficiente para que el empleo sea dinámico y disminuya el paro", dijo el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet.
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