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Reportaje:

Los adoradores de Gutenberg

La encuadernación artística de libros sobrevive a pesar del olvido administrativo

Las mañanas de la ciudad transcurren entre el tráfico y el ajetreo ciudadano. Mientras, en la buhardilla de un edificio señorial de la calle de Alcalá, se respira un ambiente muy alejado de la vorágine urbana, envuelto en una luz tenue. Allí, un grupo de mujeres encuaderna libros pacientemente bajo la mirada de María José Pita, su profesora. Pita ganó hacepoco el Premio Nacional de Encuadernación Artística junto a José Luis García Rubio, encuadernador en la Imprenta Artesana del Ayuntamiento, el taller más grande de España, según él. El galardón lo concede el Ministerio de Educación y Cultura desde hace cinco años. Un arpa en madera que recubre poemas de José García Nieto, ganador del Cervantes hace dos años, fue la obra premiada. Pita la diseñó y García Rubio la materializó.El taller de María José Pita (577 95 10), además de dedicarse a la enseñanza, recibe obras de encargo, especialmente de particulares. A ellos dirigen los artesanos su consejo: "Hay que elegir bien el libro que se va a encuadernar, porque siempre es el que manda". La encuadernación, normalmente más cara que el propio libro, está subordinada al contenido y a la época del ejemplar. El precio dependerá, entre otras cosas, de la decoración y la calidad de la piel utilizada (de pez, de elefante, de avestruz, de rana, de búfalo).

"En este trabajo no hay titulaciones especiales. Aquí lo que vale es la experiencia, el saber hacer", explica García Rubio, dedicado a este oficio desde hace 27 años.

Ambos comentan que la encuadernación es hija directa de la imprenta de Gutenberg. Y aunque la industria, colmo casi siempre, se ha impuesto sobre las manualidades, los artesanos encuadernadores se resisten a mcrir. "El sector está en un periodo de evolución. Hemos estado algo perdidos durante años y parecía que íbamos a peor, pero el futuro no es malo", señala María José. Y añade: "El problema es que es una profesión desconocida".

Durante 1997, la Fundación Central Hispano, la Biblioteca Nacional y el Museo de Artes Decorativas albergaron exposiciones sobre este arte. Pita se queja de que "la Administración no promueve nada este oficio y tiene el libro abandonado". Mientras que en Francia y en Bélgica existe una escuela oficial, explican, en España no ocurre lo mismo.

Con el paso de los años, la profesión ha cambiado. En Francia, donde está la vanguardia, se trabaja ahora con diseños más contemporáneos. "Los cambios fundamentales son estéticos, porque la construcción del libro suele ser la mismo. Aquí nos hemos estancado en lo clásico", comentan. Los dos hablan con mimo y entusiasmo de su oficio.

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