El CSKA minimiza al Estudiantes
El Estudiantes encajó una derrota dolorosa, de esas que pueden dejar huella. Lo hizo ante un rival, el CSKA, que basa todo su potencial en el tiro exterior y que, hasta ahora, no había sido capaz de ganar fuera de Moscú. Y lo hizo dilapidando 11 puntos de margen (53-41, m. 22) que parecían definitivos.
Pero el cuadro madrileño enseñó, en los minutos decisivos, su peor cara. Se dio prisa cuando no debía, se precipitó en los lanzamientos lejanos cuando Whisby era el dueño de la cocina y enseñó un baloncesto impropio de un conjunto de su categoría. Acabó minimizado ante un enemigo que va a lo suyo, un triple tras de otro, y cerró el partido con un resultado inesperado y que comienza a complicarle esta exitosa segunda fase hasta el pasado partido ante el Madrid.
El CSKA es una máquina de lanzar desde la lejanía. Lo hacen los hombres de fuera, los de dentro, los bajos, los altos. Todos. Uno de cada tres ataques los finaliza desde más allá de la línea de 6,25. Sólo Webb se abstiene. El día que los rusos andan con la muñeca caliente el asunto se torna oscuro para sus rivales.
El Estudiantes lo sabía. Y su técnico alternó todas las defensas conocidas para evitar el bombardeo. 17 triples lanzaron los rusos, y entraron siete. No es un porcentaje para volverse loco. Pero ocurrió que el Estudiantes enloqueció en ataque. Miró con malos ojos al aro, se pasó cinco minutos sin anotar, y el CSKA le hizo encajar un parcial de 2-15. Estudiantes afinó su defensa exterior y los rusos decidieron meter balones dentro. Soloviev montó allí su gobierno y a los colegiales se les heló la sonrisa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.