Académicos contra señoras ministras
Las carteras ocupadas por mujeres trastornan el idioma en Francia
Tres miembros de la Real Academia Francesa -Maurice Druon, su secretario perpetuo; la historiadora Hélène Carrère d'Encausse, y el novelista Hector Bianciotti, el más nuevo de entre los inmortales- han enviado una carta al presidente Jacques Chirac pidiéndole que meta en cintura lingüística a las distintas ministras. "No nos consta que, entre sus atribuciones, los ministros tengan la capacidad de modificar a su conveniencia la gramática francesa y el uso de la lengua". A los tres académicos les irrita sobremanera que Martine Aubry, Ségolène Royal, Catherine Trautmann o Elisabeth Guigou, por citar sólo las más conocidas, se hagan llamar "madame la ministre", en vez del canónico madame le ministre".En efecto, tal y como recuerdan Druon, Carrére d'Encausse y Bianciotti, en francés "el género llamado masculino es un género no marcado al que también se puede denominar extensivo", y que permite decir que "todos los hombres son mortales" o que "esa ciudad cuenta con veinte mil habitantes", sin necesidad de precisar si se trata de machos o hembras.
Los académicos plantean algunos ejemplos que consideran irresolubles dentro de la lógica de feminización o desmasculinización del lenguaje propuesto por las ministras. "¿Debemos decir entonces de madame Edith Cresson que ha sido la primera ministra?". En ese caso, la confusión nace de que Edith Cresson fue la primera primera ministra que han tenido nuestros vecinos. El caso del ministro de Justicia, que conlleva el título de "guardián de los sellos", también les saca de quicio, pues ya ven a Elisabeth Guigou convertida en "guardiana o guardadora de los sellos" ' ("gardienne" o gardeuse").
Los equívocos a los que puede llevar la féminización hacen que los académicos se pregunten por los "entraîneurs" (entrenadores), mujeres que, inevitablemente, debieran convertirse en "entraîneuses", palabra que sirve para definir a las mujeres que en locales de mala fama, sirven para que los hombres gasten una fortuna en copas, flores o lo que haga falta. Vamos, que pasamos de golpe del estadio al prostíbulo.
En ciertas situaciones, cuando el uso ha establecido la variante femenina de ciertas profesiones", los tres protestones no tienen inconveniente en admitir "boulangère" (panadera), "directrice" (directora) o "institutrice" (maestra), pero se niegan a una generalización que convertiría el "ingénieur" (ingeniéro) en "ingénieuse" (ingeniosa). Y citan también el caso de Pamela Harriman, "ambassadeur" (embajador) de EE UU que, de convertirse en "ambassadrice" (esposa del embajador), hubiese visto cómo le retiraban las cartas credenciales.
La ministra o ministro Ségolène Royal, titular de la cartera de Enseñanza Escolar, ha respondido blandiendo el arma del sentido común, que muy a menudo parece reñido con el francés. "Deseo que la próxima etapa de la evolución gramatical conduzca a la Academia a suprimir la regla de lo masculino, teniendo siempre preferencia sobre lo femenino". Para madame Royal está claro que Druon, Carrère y Bianciotti se equivocan cuando "dicen que el masculino es un género universal". En ese momento "les digo no, porque es el mixto el valor universal".
En su carta al presidente Chirac, los tres chivatos insisten en que "el francés no conoce el género neutro, que sí existe en otros idiornas". Ségolène Royal responde que "es con argumentos de ese tipo con los que en algunos sitios se ha prohibido a las mujeres ir a la escuela". Para ella, el debate "es revelador del conservadurismo que no deja progresar a la sociedad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.