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FÚTBOL DECIMONOVENA JORNADA DE LIGA

Salinas se reencarna en Abreu

El uruguayo salva al Deportivo de un partido nefasto

Xosé Hermida

Julio Salinas ha vuelto. No en persona, pero sí reencarnado al otro lado del océano, junto al Río de la Plata, en otro tipo de apariencia desgarbada y torpona, que compensa su poco estética figura con esa indefinible capacidad bautizada por la jerga futbolística comoinstinto goleador. La tarde de su estreno, Abreu salvó al Deportivo de un encuentro deprimente al más clásico estilo Salinas: en un barullo en el área y con el tiempo agotándose. El feliz debú de Abreu logró tapar a última hora otra nefasta actuación blanquiazul. Para los seguidores del Sporting el partido ofreció una lectura sobrecogedora: si no lograron ganar ayer en Riazor va a ser muy difícil que puedan hacerlo en los próximos cuatro meses.El Deportivo presuntamente nuevo resulta una penosa copia del viejo. Entre otras cosas, porque una de las novedades, el argentino Scaloni, se fue a la ducha sin apenas tocar balón, sacrificado en el minuto tres por la expulsión de Songo'o, quien atrapó la pelota con la mano fuera del área para evitar un gol seguro de Tcherishev. Con esta prematura adversidad la renovación blanquiazul quedó reducida a la presencia de Abreu en el ataque.

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El debú más fugaz

Cuando entrenadores y futbolistas van y vienen en cuestión de meses o hasta de semanas, resulta francamente dificil que un equipo pueda procurarse una identidad reconocible. El Deportivo actual no tiene ninguna. En realidad parece no saber ni a qué juega: si al contragolpe o al ataque, si con desplazamientos largos o al toque, si achicando o estirándose. El Deportivo es una masa informe y sin espíritu, que sólo abandona su estado de hibernación cuando Fran -el cocinero de todas las salsas- agarra el timón y se echa al hombro la onerosa carga.

El resto del partido -por llamarlo de algún modo- fue una patochada indigna hasta de una fiesta de pueblo. El Sporting ofreció un encantador recital de pelotazos y el Deportivo deambuló sin sentido en busca tal vez de la inspiración divina. Pero lo que no pudo el fútbol, lo consiguió la voluntad. Ante su inofensivo adversario el Deportivo acabó empujándolo hacia el área casi por inercia y en dos barullos ante Ablanedo acabó hallando la salvación de los goles, cuando la grada ya sólo pensaba en cómo medir la dimensión de la tragedia. El resultado ahorró muchos sobresaltos en A Coruña, pero la imagen del Deportivo volvió a salir tan manchada como estaba.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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