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Las dos viudas de Giorgio Strehler

La esposa y la compañera de los últimos años se disputan la memoria y la herencia del director teatral

Como en la muerte del gran Marcello: su mujer, Flora Clarabella, Mastroianni para la ley, madre de su hija mayor, Barbara; Anna Maria Tató, su última y perenne compañera, y Catherine Deneuve, madre de Chiara, la hija actriz tan amada. Como en la muerte del gran escritor Alberto Moravia: la española Carmen Llera, casada con él y que hoy, como le permite la ley italiana, ha añadido al suyo el apellido del cónyuge fallecido para sus pinitos literarios, y Dacia Maraini, colega del difunto con todos los honores y siempre discreta, pero presente en el testamento. En esta ocasión es el también grande Giorgio Strehler quien tiene dos viudas: la legítima, la actriz Andrea Jonasson, y la compañera de los últimos ocho años, Mara Bugni. Ambas se tiran los trastos a, la cabeza aparentemente más por el fuero que por el huevo, pero sin dejar de lado ninguno de los dos aspectos.Los plurillantos ante los ataúdes suceden sobre todo, dicen en Italia, con gran experiencia en estos temas -junto a los ejemplos citados están también los del pintor Renato Guttuso o Gianandrea Gavazzeni- cuando hay material hereditario con el que secarse las lágrimas, aunque sólo sea espiritual; tenga que ver con el papel de destinataria de bienes físicos o el de administradora jefa de la memoria del difunto, cultivadora plenipotenciaria del culto al desaparecido.

En el caso del director y cofundador del Piccolo Teatro de Milán, Giorgio Strehler, fallecido en su residencia de Lugano, en el cantón suizo italiano, la madrugada del día de Navidad, Jonasson y Bugni han tenido diferentes salidas a la palestra. La primera, poseedora del anillo con la fecha por dentro, ha sido -como Flora Clarabella en la muerte de Mastroianni-, la destinataria de los pésames oficiales, de los comunicados institucionales que deben curar la ley y las formas. Y, pelillos a la mar de la realidad y la convivencia, se ha comportado como viuda en jefe: la que más de las viudas de Strehler.

La segunda, Mara Bugni, ha reaccionado, dice, cuando ha visto a Jonasson haciendo declaraciones "hablando de ella y de Giorgio como marido y mujer". Se ha sentido herida y humillada, pisoteados sus ocho años de amor, discusión y creaciones con el maestro, y acusa a los responsables del Piccolo Teatro de haberla ignorado en la organización de las honras fúnebres. En la prensa italiana ha reconocido, eso sí, que Strehler nunca se divorció de Jonasson, pese a que ella se lo pidió "sin insistir", pero añadiendo que la esposa pertenecía al pasado.

Ambas, a cual más viuda, presenciaron en Milán, el pasado 27 de diciembre, en el escenario del teatro que tanto amó Strehler y que tantos sinsabores le dio, los funerales civiles del maestro. Ambas en primera fila, junto al vicepresidente del Gobierno y ministro de Cultura, Walter Veltroni; a Nina Vinchi, viuda de Paolo Grassi, cofundador del Piccolo; a Valentina Cortese y a Ferruccio Soleri. Las dos oyeron la música de Mozart y vieron la guardia de honor que los alumnos del teatro hacían ante el cuerpo del autor y director, rodeando el ataúd claro cubierto de flores rosas y blancas.

Pero fue Jonasson quien recibió las condolencias del cardenal de Milán, Carlo Maria Martini, a través de su portavoz, monseñor Zappa, que dijo no haber bendecido el féretro por respeto a las creencias del difunto. Y fue también Jonasson la que, antes de que las cenizas de Strehler fueran sepultadas, en Trieste, junto a su madre, tocó el Para Elisa de Beethoven con un pequeño carrillón.

Mientras la que a ojos de la ley es la viuda genuina completa sus cuentas en silencio, Bugni hace saber que ella y Strehler acababan de comprarse una casa y dice que no actúa ni por interés ni por publicidad, pero que el maestro quería poner a nombre de ella la villa de Lugano en la que falleció. "Era su voluntad, él me lo dijo y será respetada", asegura.

Bugni añade: "Uno puede apropiarse de un cadáver, pero no de la memoria de un hombre". Las dos viudas de Strehler siguen ocupando la prensa de su país. No se sabe si es una costumbre que en el mundo artístico italiano los genios dejen siempre varías viudas. Y si aquí viene al pelo el título de Mozart que el director fallecido estaba a punto de estrenar, y de hecho inaugurará el próximo día 26 la nueva sede del Piccolo, bajo la dirección de Carlo Battistoni: así lo hacen todas, Così fan tutte.

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