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"La xenofobia es el resultado de seis grandes miedos que atenazan a Europa''

Milagros Pérez Oliva

Danilo Martuccelli, de apellido italiano, origen peruano y afincado en París, doctor en sociología, está en condiciones de echar por tierra muchos tópicos sobre las inmigraciones. De apariencia frágil y calmada, Danilo Martuccelli exhibe un contundente arsenal intelectual dirigido a derribar los tópicos que conducen a la xenofobia y el racismo. Investigador del Centre National de la Recherche Scientifique de París, ha estudiado a fondo el fenómeno de la xenofobia en Europa. El rechazo hacia los extranjeros está motivado, según él, por seis grandes temores que atenazan a Europa.Miedo a las olas masivas. El primer temor es que Europa se vea sumergida en olas masivas y sucesivas de inmigración procedente del sur. Sin embargo, "la explosión demográfica anunciada en el sur no se está produciendo. Al contrario, aunque la natalidad de los países del sur sigue siendo mayor que la de Europa, está decendiendo mucho más rápidamente de lo que se creía, y puede acabar con tasas equivalentes a las del norte". De momento, los grandes movimientos migratorios se producen en el propio sur, del campo a la ciudad. "También se había dicho que, caído el muro de Berlín, la Europa comunitaria iba a ser invadida por hordas de cosacos del Este, expulsados de sus países por el hambre". Ocho años después, esa invasión tampoco se ha producido ni parece que vaya a producirse. Europa, mientras tanto, envejece y con su empeño por poner fronteras a los inmigrantes, puede perder la oportunidad de un dinamismo que en otras sociedades se ha demostrado fructífero. "Estados Unidos sigue creciendo y en los últimos diez años ha recibido más inmigración que entre 1900 y 1920", recuerda Martuccelli.

Miedo a la deslocalización. Existe la idea de que el norte es homogéneamente rico y el sur, homogéneamente pobre y culturalmente fragmentado. En un mundo de economía mundializada, además de venir inmigrantes, las empresas se van a ir al sur. Falso. "El grado de internacionalización de la economía no es mayor hoy que en 1914. Hay más circulación Financiera, pero no más intercambio de bienes y servicios. Y en cualquier caso, lo que menos circula son las personas". Y añade Martuccelli: "Tres informes encargados por la Unión Europea concluyen el saldo real de pérdida de empleos por deslocalización en Europa no llega a los 300.000. ¿Explica esa cifra los 18 millones de parados que hay en Europa?".

El sur, además, no es homogéneamente pobre. Durante dos siglos las diferencias entre el norte y el sur aumentaron cons tantemente, pero desde hace unas décadas, las distancias se están acortando. En un mundo en que el capital puede estar en un lugar, la dirección intelectual en otro y la producción en otro, la competencia económica no puede plantearse en términos territoriales. Más bien hay que plantearse un cambio global de enfoque: "Por ejem plo, ya no tiene sentido plantearse que la construcción de autopistas o infraestructuras son las inversiones, y la educación o la atención social son el gasto. Sería más correcto plantearse que la educación es la inversión y la autopista, el gasto".

Miedo a perder el trabajo. Este es uno de los factores que más incide en la xenofobia. Martucchelli divide la sociedad en cuatro segmentos. Los competitivos: técnicos, expertos, investigadores y especialistas varios. Son los que producen la riqueza y representan entre el 10% y el 25% de la población. En este segmento hay mucha inmigración, pero no provoca rechazo. Se considera un factor de dinamismo. El 25% de la investigación que se realiza en EE UU la hacen inmigrantes.

Los protegidos. Este sector está formado por los trabajadores de empresas públicas y funcionarios. No se plantean la inmigración como una amenaza, sino como un problema a abordar de forma profesional. Los precarios. Este es un segmento cada vez más amplio, que entra y sale del mercado de trabajo en función de la coyuntura económica. Aquí sí se produ ce una confrontación directa con los inmigrantes, en la medida que son percibidos como una competencia en el reparto de un bien cada vez más escaso, el trabajo. Los excluidos. Aquellos que han perdido definitivamente el carro y jamás lo van a recuperar. En este caso el riesgo de xenofobía es aún mayor, por un simple mecanismo psicológico: el sistema de servicios sociales tiende a culpabilizar al excluido de su incompetencia para adaptarse a los tiempos. La pérdida de autoestima puede conducirle a mecanismos de autodestrucción y, de hecho, algunos se suicidan o se entregan al alcohol-. Pero si prevalece el instinto de supervivencia, se defienden culpando a otro de su desgracia. En tiempos de fascismo, ese otro puede ser el judío o el comunista. Hoy puede ser el inmigrante. "Todo depende de a quién se quiera hacer pagar la factura del desempleo ''.

Miedo a no ser escuchado. Es un miedo al abandono a no Poder adaptarse a los nuevos desafíos que la crisis del Estado-nación y los agoreros del Estado de Bienestar actualizan constantemente. "El incremento del conocimiento sobre nuestras vidas y nuestra sociedad es más rápido que nuestra capacidad de asimilación y de acción. Ello puede conducir a la parálisis de ciertos mecanismos de mediación social".

Los políticos cada vez están mas pendientes de los vaivenes de la opinión pública y cada vez más paralizados. Ya no hay debates sobre ideas. Ahora sólo hay debates de expertos, muchas veces paralizantes". Esta situación crea inseguridad en muchas personas. Primero se les dice que tiene derecho a muchas cosas, y luego se le culpabiliza de no ser capaz de alcanzarlas. Eso crea un resentimiento que puede canalizarse en forma de odio al diferente.

Miedo a tanta diferencia. La sociedad se pregunta: ¿cómo vamos a integrar a tanta gente tan diferente? "En realidad no hay tanta gente diferente, y además nunca como ahora los inmigrantes habían tenido tantos elementos culturales comunes, entre ellos y con la sociedad que les acoge". Y nunca la cultura había sido tan universal. El problema no es pues de los inmigrantes. "El problema es que la sociedad occidental tiene cada vez más dificultades para definir qué es integrarse": ¿Es tener trabajo? ¿es participación social? ¿es practicar nuestro modelo cultural y familiar? El trabajo no siempre está garantizado, las estructuras sociales no siempre son permeables y en cuanto al modelo cultural, ¿podemos exigir que lo adopten cuando entre nosotros mismos están en crisis?

Miedo a la inseguridad. La sociedad tiende a identificar inmigrantes con delincuencia. "Pero es evidente que si los inmigrantes se sitúan en los segmentos más bajos de la escala social, están abocados a transgredir ciertas reglas, igual que los autóctonos". La sociedad occidental tiene que funcionar por reglas muy severas que no se cumplen o por normas implícitas. Y sin embargo quienes más necesitan que haya reglas claras son los inmigrantes. Nada plantea mayor inseguiridad a los inmigrantes que los funcionamientos tácitos. "Nada excluye más que una red de relaciones clientelares"

Conclusión. "La inmigración no es en sí misma un problema. Y si los problemas de los inmigrantes se nos representan con tanta fuerza es porque nos remiten a problemas sociales que existen al margen de que haya o no inmigración: la precariedad laboral, la marginación y la exclusión social.

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