_
_
_
_
Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pekín se esfuerza por sacar enseñanzas de la crisis asiática

Las calles de Cantón y las de Chengdú, las de Pekín y las de Shanghai permanecen siempre llenas de bicicletas, de comerciantes ajetreados que siguen dedicándose febrilmente a sus ocupaciones, intentando encontrar un lugar entre las obras de demolición y de construcción. Es lo normal. ¿Quién podría creer aquí, en el corazón de China, que en los países vecinos la crisis ha empobrecido tanto al ciudadano de a pie como al capitalista, al banquero como al accionista? En China, nadie parece inquietarse todavía por este huracán que desde hace seis meses barre a sus vecinos mas ricos. ¿Nadie? No es seguro. Pese a que el presidente Jiang Zemín repite a quien quiera escucharle que la economía china es sólida y está inmunizada contra una crisis de esta naturaleza en especial gracias a la convertibilidad del yuan, limitada a las operaciones corrientes para evitar la especulación y los ataques externos y aunque la prensa oficial permanece extrañamente silenciosa en relación con esta cuestión, los círculos del poder debaten los medios para proteger a esta potencia emergente, que, como las demás, depende en gran medida del dinero extranjero.En particular, el viceministro Ziang Rongji, ex presidente del banco central y gran arquitecto de la modernización de China, no ignora que esta crisis afectará tarde o temprano a la economía china de dos formas: el descenso de la inversión extranjera, ya que numerosas empresas decidirán instalarse en los países cuya moneda ha sido devaluada, y el crecimiento de las exportaciones, dado que los productos chinos se han vuelto un 40% más caros que los de Malasia, y hasta un 60% comparados,con los indonesios. Dicho claramente, dos de los motores que han tirado de la economía china desde hace 18 años corren el riesgo de ver notablemente reducida su velocidad. Sobre todo porque China se ha comprometido a no devaluar su moneda para no aumentar los desórdenes monetarios.

Pero, sin duda, eso no es lo fundamental. China, que se comprometió a una política de apertura con el objetivo de entrar en la Organización Mundial de Comercio -a fin de poder recibir más tecnología del exterior-, podría muy bien tener que modificar el ritmo, si no la orientación. "Esta crisis ha enseñado a China una gran lección", explica Gordon Cheung, profesor de economía en la Universidad china de Hong Kong.

"Ha revelado a sus dirigentes que no podían proceder rápidamente a la apertura de los mercados sin adaptar previamente sus empresas locales. Han comprendido que la apertura debía ser gradual y estar acompañada de medidas de reestructuración de la economía".

La toma de conciencia en las altas esferas es todavía más aguda, porque, en muchos aspectos, China presenta las mismas perversiones que las economías asiáticas en crisis abierta: saturación industrial, corrupción de la Administración, mezcla entre la política y los negocios, proyectos inmobiliarios interrumpidos antes de su finalización, sistema bancario paralizado, créditos dudosos por valor de entre 30 y 37,5 billones de pesetas...

Sin embargo, como explica el profesor Lau Siu-kai, director del Instituto de Estudios del Sureste Asiático en la Universidad china de Hong Kong, "el equipo dirigente es perfectamente consciente,de que será incapaz de hacer frente a la crisis si, afecta a China; y le asusta ver que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, por tanto, el poder, occidental, retorna el control de estas economías, lo que considera ante todo una pérdida de autonomía y de soberanía". Así, la crisis ha convencido todavía más a Pekín de la necesidad de modernizar la economía china. Pero ha alimentado también nuevos interrogantes sobre la forma de hacerlo.

De hecho, la crisis ha reabierto un debate que desde hace 10 años libran los líderes: ¿A qué ritmo hay que abrir la economía china? "Esta crisis dará peso a los argumentos de los conservadores que defienden las sociedades locales frente a una liberalización demasiado rápida, juzgada peligrosa", explica el profesor Lau Siu-kai. Desde luego, esta fuerza no es mayoritaria dentro del Comité Central del Partido, sobre todo tras elXV Congreso. "Pero", afirma "ha encontrado una ocasión para que su voz se oiga más".

¿Se puede prever una modificación por la vía democrática de los equilibrios del poder en las más altas esferas del Estado, a semejanza de lo que ocurrió en Tailandia y más recientemente en Corea del Sur? ¿Incluso una vuelta con renovados bríos de la ideología en detrimento del pragmatismo? Son hipótesis que todos los expertos descartan. "El XV Congreso consolidó con fuerza la posición de Jiang Zemín", señala el profesor Peter Lee, de la Universidad china de Hong Kong. "Hoy es uno de los más antiguos, rodeado de un equipo rejuvenecido y formado en el extranjero, y, por tanto, menos ideológico que la generación de los revolucionarios", afirma. "Este nuevo equipo contempla la crisis con pragmatismo y estudia minuciosamente las diferentes opciones posibles".

Señal de este pragmatismo o de una nueva cautela, la convertibilidad plena y total del yuan, anunciada el año pasado para el 2000, fue aplazada sin que se haya fijado nueva fecha, por temor a ver cómo todos los hogares chinos transfieren sus ahorros a bancos extranjeros y en una divisa extranjera. "Sin embargo, el objetivo a largo plazo de la convertibilidad del yuan no ha sido modificado", afirmó un economista de la administración de divisas, Liu Guangcan. Pero lo que se ha ampliado ligeramente es el horizonte de su puesta en práctica.

La duda que se plantea ahora es si se corre el riego de que se cuestionen las grandes alternativas estratégicas aprobadas en septiembre pasado durante el XV Congreso del Partido Comunista Chino o si siguen siendo los mismos los modelos en los que se inspiran los reformistas, en especial, los chaebol coreanos, esos gigantescos conglomerados industriales presentes en actividades que van de la construcción naval a las comunicaciones, pasando por la siderurgia, los automóviles y los productos de consumo, que hoy parecen desplomarse bajo el peso de sus deudas.

"Por el momento, la reestructuración de las empresas estatales, a base de fusiones, parece mantenerse", precisa el profesor Liu Siu-kai. Y ello, a pesar de un coste social considerable del que cada día se van apreciando mejor las dimensiones. Las empresas textiles prevén despedir a 1,2 millones de, personas de aquí a tres años, 600.000 de ellas el año próximo. La industria química despedirá a 400.000 personas en 1998. Pero, paradójicamente, como señala Gordon Cheung, profesor de economía de la Universidad china de Hong Kong, "la crisis confirma a los dirigentes chinos la necesidad de adaptar su política de apertura a la situación de China y de no precipitarse a una liberalización desenfrenada".

¿Demuestra esta crisis la superioridad del planteamiento pragmático chino? En todo caso, ha confirmado que China ha entrado en la economía mundial, "la economía global", de la que no podía quedar al margen. Toma de conciencia que trae consigo una nueva actitud diplomática en relación con los países vecinos de la ASEAN .(Asociación de Naciones del Sureste Asiático). "Los dirigentes chinos han comprendido que ya no pueden poner en práctica una política aislada sin tener en cuenta la posición de los países vecinos", opina el profesor Gordon Cheung. "Esta crisis también ha supuesto un factor de acercamiento regional", añade.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_