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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Del Insalud

Quiero expresar en nombre propio y en el de otros ancianos el trato exquisito que ha recibido un familiar mío de 83 años por par te del personal del hospital Ramón y Cajal, en concreto médicos, auxiliares, etcétera.Gracias, muchas gracias a los médicos por el trato familiar demostrado y su identificación inmediata al paciente y familiares, especialmente por parte de los titulares de la especialidad, que siempre han estado disponibles, por la mañana, por la noche, a todas horas, y a los que podías consultar cualquier problema del enfermo sin que nunca tuvieran prisa. Gracias a lo cual pude estar al corriente en todo momento del proceso de la enfermedad de este familiar mío de 83 años, al que, trataron aplicando plenamente el artículo 14 de la Constitución, según el cual todos somos iguales (¡ja!).

Su lenguaje era como para un niño de seis años. Entendíamos sus informes tan bien, que dijimos: "Ya no existe el médico que habla y escribe en chino". Cuando surgía algún momento de gravedad, insuficiencia respiratoria, la ATS no le ponía el oxígeno, no tenía competencia, llamaba al médico y, si éste tardaba, entonces sí era competente y le ponía la mascarilla; mientras, el paciente podía entrenarse en superar esos leves momentos de ansiedad. Entre nosotros, los familiares, no decíamos "el médico", decíamos "Pepe", "Manolito" o "Donila", por ejemplo, ése era el nivel de trato a que habíamos llegado con ellos.

Si había que hacer una prueba, sólo bastaba decirlo para que un ejército de auxiliares estuviera dispuesto a desplazar al paciente a cualquier sitio. Qué percepción con el paciente, cualquier anomalía en su físico, ellos la detectaban enseguida; qué facilidad para acertar con el diagnóstico.

Gracias, muchas gracias al personal sanitario, porque cualquier petición era rápidamente atendida, ellos mismos se acercaban a la habitación por si el enfermo necesitaba algo, y, si hacías una sugerencia, la consideraban y nunca se mostraban cansados ni molestos.

Gracias, muchas gracias por el tacto exquisito del médico al extender el certificado de defunción.-

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