Más previsible que en el año del doblete
El actual Atlético tiene, en teoría, mejores jugadores que en su curso mágico, el 1995-96, en el que conquistó por primera vez en su historia un doblete. Juega con el mismo sistema y ha ganado en velocidad, pero es menos efectivo. ¿Por qué? A simple vista, semejante contradicción se podría atribuir a que el equipo ha perdido tacticismo defensivo, o a que sin Simeone en una banda, al medio centro (Vizcaíno o Bejbl) le resulta imposible realizar solo la contención. Pero, sobre todo, lo que ha ocurrido es que el conjunto rojiblanco ha ganado en previsibilidad.En ataque, el modelo de Antic reparte las bandas: una se la encarga a un lateral y la otra a un centrocampista. En el año que consiguieron el doblete, la derecha la abordaba Geli (lateral), o Caminero (interior) o Pantic (media punta). Y la izquierda, Toni (lateral), Simeone (interior) o Pantic (media punta). Las únicas condiciones eran que nunca subieran los dos carrileros a la vez y que, si el medio punta cogía un flanco, su interior buscara el centro. Era un Atlético imprevisible. Nunca se sabía quién te iba a aparecer ni por dónde.
Antic repite fórmula este año, pero la variedad es menor. La derecha es para el lateral (Aguilera y Geli) y la izquierda para Lardín (interior). El carrilero izquierdo apenas sube, y el interior derecho (salvo cuando sale José Mari) apenas explota la banda. Además, el brasileño Juninho (media punta) siempre busca la penetración por el centro. Desde que los rivales se han percatado del matiz encuentran muchas menos dificultades para frenar al Atlético. Tal vez ahí radique la diferencia.
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