_
_
_
_
FÚTBOL IDA DE OCTAVOS DE FINAL DE LA COPA DE LA UEFA

Caminero rescata al Atlético

El Croatia Zagreb da un baño de juego y ocasiones, pero tiene que conformarse con el empate

Volvió Caminero, el mejor Caminero, siempre tan puntual, en la hora adecuada. Llegó a tiempo para rescatar al Atlético del siniestro total, de la brutal paliza que le estaba propinando el Croatia Zagreb, un equipo con mayúsculas. Caminero saltó al campo en el descanso, recuperó su jerarquía perdida y corrigió un partido que por entonces, no se sabe por qué extraño milagro, no había salido del 1-0. Saltó al césped,- serenó al Atlético, lo dotó de criterio y se reservó para sí el gol redentor: un zapatazo con todo el alma que frenó a los croatas, dejó la eliminatoria en el aire y dio esperanzas de que su fútbol no está perdido, como parecía desde hace más de un ano, para la causa.El Atlético pasó el peor primer tiempo de la temporada, si no de toda su vida. Desde el minuto 1 hasta el 45 sufrió una tortura. El Croatia, con Prosinecki de jefe supremo, lo desnudó en el arranque y no le dejó cubrirse ya. Lo humilló en todas sus zonas. Por fortuna para los rojiblancos, el huracán que le pasó por encima sólo dejó un gol como todo daño material. Bueno, eso en el marcador, que también provocó secuelas menos tangibles pero igual de dolorosas: la autoestima del Atlético se fue al suelo, su crisis de juego reapareció a lo grande y los ' nervios se instalaron decididamente en cada uno de sus jugadores.

Más información
Gil, de patrocinador

El castigo entró en vigor instantes después del saque de centro. Prodan cometió una falta cualquiera en el rincón derecho de la divisoria, una acción que no venía avisada de peligro por ningún lado, y Prosinecki se encargó de convertirla en un arma venenosa. Se acercó al balón, levantó la ceja y, mientras el Atlético preparaba tranquilamente su repliegue, sacó en largo. Petrovic corrió a por el balón, ganó a Andrei por velocidad y centró sobre el área. Santi incumplió la prohibición sagrada de todo defensa, despejar en corto y hacia el centro, y Mujcin, que seguía la jugada, empotró el balón en la garita de Molina.

Ya no paró el Croatia. Demostró con insistencia sus cualidades y evidenció con crudeza las actuales carencias del Atlético, que son muchas. Prosinecki se cosió los galones del partido y gritó que es un futbolista grandioso, nada que ver con la versión que regaló en su etapa en España. Prosinecki manejó el primer tiempo a su antojo. El rubio croata ahorró los trámites de lo que los defensores del toque llaman la distracción. Él lo hacía todo: distraía, conservando la pelota el tiempo que quería (favorecido por su habilidad en unos amagues a los que entraban siempre los rojiblancos), y, por sorpresa, él también daba el pase letal. El Atlético no supo jamás como ponerle un candado.

Pero Prosinecki no está solo en el Croatia. Los demás se mueven a su servicio, pero también juegan. Saric, por ejemplo, que hundió a Lardín con sus incursiones por la banda derecha. O los puntas, Petrovic e Igor Cvitanovic, dos tipos con una velocidad vertiginosa y una habilidad fuera de lo común. El Croatia fue un vendabal en el primer tiempo. Agujereó al Atlético por todos lados y lo maltrató a ocasiones. Fabricó diez claras, pero la fortuna, Molina y la falta de puntería se empeñaron en que ya no hubiera más goles croatas.Al Atlético, mientras, no le salía nada. Defendía mal y con muchos nervios. Bejbl estaba demasiado solo para realizar con éxito la contención y no sabía qué hacer con el balón. Los elementos de ataque, además de provocar una nociva y exagerada distancia entre líneas, no estaban nada ocurrentes. Jugaron todo el primer tiempo con la lucecita apagada, especialmente Lardín. El conjunto estaba descolocado, nervioso y ajeno a todo. Una calamidad, una presa a punto para la goleada.

Pero el descanso le supo a bendición. Antic asentó al equipo sobre el césped (por llamarle algo, porque el terreno estaba en un estado deplorable) y ordenó un cambio mágico: Caminero por Lardín. Volvió el mejor Caminero. Y como siempre, en el mejor día. Sepultado por la crítica y hasta por su afición, necesitaba de un gesto de jugador grande como el de ayer. Y lo hizo. Se ajustó en la banda izquierda, sin perder su clásica querencia al centro, y empezó a descubrir huecos por donde meter en líos a la zaga croata. Serenó al equipo, lo enseñó a alternar pausas y ataques, le devolvió la pelota y se adueñó de la situación.

El partido se equilibró. El Atlétíco mejoró posicional y anímicamente y algunos jugadores despertaron (sobre todo, Aguilera, que se adueñó por velocidad de la banda derecha). El Croatia, aunque Prosinecki perdió peso, conservó su velocidad y fútbol de tiralíneas para plantarse ante Molina. El segundo tanto croata estuvo cerca en un par de ocasiones clarísimas (Petrovic y Cvitanovic), pero, poco después de que Bogdanovic estrellara el balón en el larguero, el que marcó fue el Atlético. Fue Caminero, el mejor Caminero: divisó un balón que escupió la defensa croata y puso el alma en el disparo. 1-1. Gol en el momento de la verdad: cuando más lo necesitaba el Atlético, que andaba herido de muerte, y cuando más lo necesitaba el propio Caminero, condenado a la hoguera como estaba desde todos los rincones.

Los rojiblancos deben dar gracias por el 1-1, porque debió llevarse una goleada de las de verdad. Pero se fue de Zagreb con empate y dejó la eliminatoria en el aire. Y Caminero tuvo buena parte de culpa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_