Gresca entre Le Carré y Rushdie
Los dos escritores se enzarzan en una agria polémica sobre la libertad y las religiones
Es cualquier cosa menos un suspiro y, a juzgar por el fragor de la batalla que se libra estos días en las páginas de The Guardian, ciertamente no es el último. Como dos pugilistas viejos, los pesos pesados de las letras inglesas Salman Rushdie y John Le Carré se están atizando de lo lindo con duras declaraciones que reabren el debate sobre la libertad de expresión y exponen algunos rasgos de algo más terrenal: celo profesional.Todo comenzó el sábado, cuando Le Carré usó media página del Guardian para publicar extractos de. una conferencia que acababa de pronunciar en la Asociación Anglo-Israelí. El propósito era evidente: Diluir la impresión de que abriga secretamente sentimientos antisemitas, un argumento que emergió cuando The New York Times detectó en El sastre de Panamá, el último libro de Le Carré, algo que otros críticos judíos habían olfateado desde El espía que llegó del frío: un supuesto tufillo antihebreo. Nada más falso, sostiene Le Carré, cuyo verdadero nombre es David Cornwell, a lo largo de su artículo, en el que, entre otras cosas, cuenta pasajes biográficos salpicados de admiración por los judíos y su pleno respaldo al Estado de Israel.
Segundo acto: desde su escondite londinense, Rushdie publica una carta el martes. Es breve, pero se nota que la pluma está cargada de antiguo resentimiento. Le Carré, dice, se queja de haber sido calificado de antisemita y se declara inocente. "Habría sido fácil simpatizar con su posición si no se hubiera enrolado en la campaña contra un colega escritor", declara en referencia a una crítica que Le Carré hizo cuando Rushdie fue sentenciado a muerte por los ayatolás del Irán al publicar Los Versos satánicos, hace casi diez años. "Sería de buen gusto si admitiera que entiende un poco mejor la naturaleza de la policía del pensamiento ahora que está en su mirilla", escribió.
Furioso, Le Carré desata el contraataque. "Nunca me uní a los que amenazan a Rushdie", dice su carta publicada, en el, tercer acto de. este duelo epistolar, el miércoles. "Pero tampoco tomé el fácil sendero de proclamar su brillante inocencia. Mi posición fue sostener que no existe ninguna ley en la vida o en la naturaleza que dice que las grandes religiones pueden ser insultadas impunemente". Con eso reabrió la controversia que rodea los planes de sacar Los versos en edición rústica de bolsillo, un proyecto que ya ha recibido amenazas iraníes porque exacerbaría al mundo musulmán. La decisión ha sido postergada, porque la casa editora, Penguin, teme represalias contra sus empleados. Le Carré admite estar más preocupado por la posibilidad de que una empleada de Penguin pierda las manos al abrir una carta bomba que por las ganancias de Rushdie.
Ante esta afirmación Rushdie pierde la paciencia "Debo agradecerle a John Le Carré que nos recuerde a todos el asno pomposo que puede ser. Un examen de su enunciación revela que ha adoptado la línea filistea, reduccionista y radical islámica, y sugiere que todo aquel, que desapruebe al rebaño filisteo, reduccionista y radical islámico pierde el derecho a vivir con seguridad". Rushdie agrega: "O sea, que si Le Carré causa fastidio a los judíos, todo lo que necesita hacer es llenar media página del Guardian con su turbia ampulosidad, pero si a mí se me acusa de cometer crimenes de pensamiento, John Le Carré exige que suprima la edición rústica. Dice que está más preocupado por la seguridad de los empleados de la casa editora. Pero es precisamente esta gente, los que publican mis novelas en unos 30 países, la que defiende y apoya apasionadamente mi derecho a publicar. Es noble que Le Carré utilice ese argumento para censurar". "Tiene razón cuando dice que la libertad de expresión no es algo absoluto. Tenemos las libertades que conquistamos con nuestra lucha y que perdemos si no las defendemos. Siempre creí que George Smiley sabía eso. Su creador parece haberse olvidado. de ello", apostilla Rushdie.
El debate se va ampliando. Ayer se sumaba el escritor y periodista británico de la revista norteamericana Vanity Fair Christopher Hitchens. Agudo como siempre salió en defensa de Rushdie. "La conducta de John Le Carré en sus páginas", decía en una carta a The Guardian, "es como aquella del hombre que se alivia las entrañasen su sombrero y luego, se apresura en ponerselo", dijo en el prólogo de una diatriba que, si algo promete, es alimentar. la polémica.
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