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Entrevista:

"La enseñanza del futuro tiende a dar más autonomía a los centros y a los profesores"

El mundo está viviendo una etapa de cambios que afectan de lleno al terreno educativo y están obligando a los políticos y educadores a replantearse absolutamente todo: El sentido de la educación y el rol actual de padres, profesores y educadores. Así lo ve el máximo representante de la educación en la Unesco, el argentino y ex profesor universitario de Historia, Juan Carlos Tedesco, que apunta los retos, pactos y cambios a los que empieza ya a enfrentarse la educación. Tedesco participó la pasada semana en el III Fórum Calasanz de Pensamiento Educativo, organizado con motivo del 400º aniversario de la fundación de las Escuelas Pías, y en las jornadas educativas de la Fundación Santillana.

Pregunta. ¿Por qué cree que es necesario un nuevo pacto educativo?

Respuesta. Porque hoy en día la organización de la sociedad ha cambiado, el papel de la familia, el de la escuela, el concepto de trabajo. Todo ello está en crisis. Lo que uno aprende en su educación formal no le sirve para toda la vida, hay que estar permanentemente reconvirtiéndose para adaptarse al mundo laboral y es imposible seguir manteniendo el sistema educativo sobre la base de unos supuestos del siglo pasado. Por eso hay que establecer un nuevo pacto entre escuela, familia, mundo del trabajo, medios de comunicación y otras instituciones de socialización, para cumplir con una tarea educativa que responda a estos desafíos de la sociedad.

P. ¿Qué habrá que cambiar en la educación para adaptarse a los nuevos tiempos?

R. El gran problema de la educación es admitir que no tiene que transmitir información, conocimientos, valores ya hechos, sino las competencias, las capacidades que permiten producir conocimiento, valores e información. Por eso hoy en día, tal y como refleja el informe sobre la educación para el siglo XXI de la Unesco, la educación tiene que promover el aprender a aprender.

P. ¿Significa eso que hay que desterrar la enseñanza memorística?

R. Desde luego. Si hay algo que está cambiando a gran velocidad son los conocimientos y las informaciones. Muchas van a estar obsoletas en poco tiempo, y si uno transmite solamente información y no el proceso para acceder a la información, está poniendo en crisis el futuro de aquéllos que van a tener que reconvertirse a lo largo de su vida. Se trata de transmitir el oficio de aprender, ése es el gran objetivo de la educación. Y es probable que se memoricen más cosas cuando uno sabe por qué se tiene que memorizar.

P. ¿Cuál debe ser el papel de los maestros en todo ese proceso de cambio educativo?

R. Los maestros han sido durante mucho tiempo desprofesionalizados, han estado sometidos a regulaciones en las que ellos tenían que ser meros ejecutores de disposiciones tomadas por otros. Si uno no decide cómo hacer las cosas, tampoco puede ser responsable de los resultados, y la única solución es profesionalizar al docente, que sea más autónomo.,

P. Pero esa autonomía de los profesores y de los centros aparece ya recogida como uno de los principales objetivos de la reforma de la LOGSE.

R. En efecto, y es la tendencia correcta, la de dar mayor autonomía a los centros y a los docentes, para hacerles responsables de su trabajo. Es complicado e implica un fuerte trabajo en equipo. Para adaptarse a estas demandas, el docente no puede seguir atado a una cultura individualista de desempeño profesional, y esto no ocurre sólo en España. Ese individualismo empobrece el trabajo e impide hacer una tarea a largo plazo con el alumno, para la que hay que apoyarse en lo que se hizo antes, en lo que están haciendo otros colegas a la vez y en lo que se hará después. Estamos en un periodo de reforma educativa en distintas partes del mundo, que tiende a dar más autonomía a los centros escolares ante la necesidad de desarrollar un profesionalismo colectivo.

P. ¿Es un error hablar de reformar una sola área (por ejemplo, la de las humanidades) sin analizar lo que va a pasar con las demás?

R. Hay un aspecto importante en toda reforma educativa: debe ser sistémica. Es decir, no se puede modificar un solo aspecto del problema y dejar el resto intacto. Esto no quiere decir que se tenga que hacer todo a la vez, hay que definir una secuencia de cambio.

P. ¿Tenemos que acostumbrarnos a los cambios constantes en el sistema educativo?

R. Sí, porque el gran desafío de la educación del futuro; tanto en el diseño institucional como en los contenidos, es lograr un nivel de tensión aceptable entre estabilidad y cambio. Hay que encontrar un equilibrio entre el núcleo estable y unas zonas de ensayo permanente. La experiencia internacional demuestra que los sistemas que más cambian son al mismo tiempo los más estables.

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