La munición de los fusiles y pistolas del Ejército no está homologada por la OTAN.
La munición para armas individuales que utiliza el Ejército español -la de los Cetme de calibre 5,56 y 7,62 y las pistolas de 9 milímetros Parabellum- no está homologada por la OTAN, aunque es obligatorio desde abril de 1995. Ello se debe a los problemas detectados en la cartuchería que fabrica Santa Bárbara y a los retrasos del centro de la OTAN encargado de las homologaciones, que tiene tres meses para resolver y con frecuencia tarda más de un año. La falta de homologación impide a Defensa comprar municiones y a la empresa española venderlas o exportarlas.
La integración en la OTAN no afecta sólo a la superestructura de la cadena de mandos o a contenciosos como el de Gibraltar, sino que incide en la vida diaria de los ejércitos. Desde que España entró en la Alianza Atlántica, en 1982, se han aprobado miles de normas, denominadas STANAG o Acuerdos de Normalización,que regulan en detalle aspectos relativos a la organización, procedimientos o sistemas de armas. El objetivo de estas normas es no sólo garantizar el cumplimiento de unos requisitos mínimos de eficacia y seguridad, sino también la interoperatividad; es decir, que los equipos de un ejército aliado puedan ser utilizados por todos. , Los STANAG correspondientes a las municiones de 7,62 y 5,56 milímetros de calibre, que emplean los fusiles de asalto Cetme y Cetme L, fueron publicados el 9 de enero de 1995 y entraron en vigor el 1 de abril siguiente, por lo que desde entonces el Ejército no puede adquirir ninguna partida que no esté debidamente homologada.
Proceso frustrado
La Fábrica de Armas de Palencia, propiedad de la Empresa Nacional Santa Bárbara, que produce estas municiones, inició de inmediato el procedimiento de homologación.En mayo y junio de 1995 se remitieron al Polígono de Experiencias del Ejército en Carabanchel (Madrid) más de 60.000 cartuchos de calibre 5,56, la munición de uso más frecuente, para someterlos a una serie de pruebas antes de su remisión al Centro de Ensayo Regional de la OTAN en Pendine (Reino Unido), el único autorizado en Europa para darlas homologaciones.
Sin embargo, en el Polígono se detectaron algunos problemas lo bastante graves como para frustrar su homologación, por lo que las partidas fueron devueltas a la empresa. En concreto, se produjeron fallos de funcionamiento en los ensayos a alta temperatura con una ametralladora belga y con los fusiles FNC, también belga, y M-16, norteamericano; ya que las pruebas se hacen con todas las armas de la OTAN para garantizar su intercambiabilidad.
Una vez corregido este defecto, Santa Bárbara fabricó una nueva partida y la remitió en septiembre pasado al Polígono de Carabanchel, donde se están repitiendo los ensayos.
Por su parte, la munición 7,62, correspondiente a los antiguos Cetme, superó con éxito las pruebas del polígono en junio de 1996, por lo que en agosto del año pasado se remitieron al Reino Unido 50.000 cartuchos normales y 50.000 del tipo trazadora. El centro de Pendine debía haber emitido sus informes en un plazo de tres meses, antes del final de 1996, pero no lo hizo hasta abril y mayo pasados, con resultado negativo.
Los técnicos de la OTAN objetaron un fogonazo excesivo en uno de los ensayos y una flecha máxima superior a la permitida. La segunda crítica fue rebatida por la empresa española, cuyas alegaciones se aceptaron, pero no así la primera, que no había sido detectada en los ensayos realizados en el polígono del Ejército.
Respecto a la munición de 9 milímetros Parabellum para pistolas, cuyo STANAG entró en vigor en junio de 1990, se remitieron las muestras al Reino Unido en junio de este año, tras el informe favorable del polígono de Carabanchel, y se está a la espera de su dictamen.
En respuesta al senador socialista Heliodoro Gallego, el secretario de Estado de Defensa, Pedro Morenés, reconoció en mayo su preocupación por la falta de homologación de las municiones y anunció que el Gobierno "presionará para que el centro de Pendine emita, con una celeridad mayor de lo que ahora lo hace, sus homologaciones". De lo contrario, advirtió, "tendríamos que utilizar munición que provisionalmente no estuviese homologada, sin que nuestros stocks tengan que esperar una decisión administrativa que afecta a una decisión operativa muy importante".
Reservas a la baja
En octubre pasado, en declaraciones a EL PAÍS, Morenés insistió en que "es nuestra obligación tener una munición homologada, pero los procedimientos del centro de Pendine son extraordinariamente lentos y, evidentemente, España no puede estar desarmada".Desde hace tres años, cuando se publicaron los correspondientes STANAG, el Ejército no ha comprado munición para armas individuales, salvo pequeñas cantidades. En diciembre de 1994, sus reservas rondaban los 150 millones de cartuchos; equivalentes a 1.000 por arma. Este volumen de existencias sería suficiente, en teoría, para el consumo previsto durante más de seis años, pero en la práctica no es así, ya que las municiones tienen una vigencia limitada y los stocks deben renovarse periódicamente.
La falta de homologación de las municiones se suma a la necesaria sustitución de los 100.000 fusiles Cetme L, los más modernos, por un defecto estructural. Defensa ha convocado un concurso para seleccionar el nuevo fusil, entre varios modelos extranjeros, que debe fallarse en 1998.
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