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UNA LIGA SIN PIEDAD

La vida media de un entrenador en la Liga de las estrellas no llega a una temporada

Carlos Arribas

En la Liga de las estrellas ya es de un mérito extraordinario que un entrenador aguante más de dos años en un banquillo. Quién lo iba a decir: Jesús Gil, el presidente antaño caricaturizado como comeentrenadores (sólo en la temporada 94-95 utilizó cuatro técnicos para salvar al Atlético del descenso) mantiene la actual plusmarca de longevidad técnica en la persona de Radomir Antic. El yugoslavo ha iniciado su tercera temporada al frente del equipo, el mismo registro que ha alcanzado Fernando Vázquez al frente del Compostela, otro club presidido por una persona impulsiva (José María Caneda), que, sin embargo, también tiene el honor de ser el único presidente de Primera, junto al del Betis, que no ha despedido a ningún técnico antes de terminar la temporada en los últimos cuatro años.Si atiende a las estadísticas, un entrenador de un equipo español de Primera que alcance los siete meses en el mismo banquillo tiene motivos para brindar con cava. Más, si se tiene en cuenta que esta temporada está batiendo récords: en 10 jornadas disputadas han caído seis entrenadores (Cantatore, Valdano, Silva, Goikoetxea, Montes y Víctor Fernández). Si esto sigue así, las tremendas cifras de las últimas temporadas -15 técnicos destituidos en la 96-97, con sólo uno en las 10 primeras jornadas; 14 en la 95-96 y 16 en la 94-95, en un baile en el que han participado prácticamente todos los clubes-, se quedarán ridículas.

Andan preocupados en Inglaterra: el Sheffield Wednesday ha destituido a su entrenador recién comenzada la temporada. Se llevan las manos a la cabeza: la estancia media de un entrenador en un club es de sólo dos temporadas ey media. Se alarman: sólo dos técnicos de la Premier League llevan en el cargo más de cuatro años. Evidentemente, en el país que cree tambalearse su cultura y tradición futbolística por esos datos no han echado un vistazo a lo que ocurre más al sur. En España, por ejemplo.

Ni siquiera en una Liga más próxima sociológicamente a la española, en la italiana, los entrenadores llevan una vida tan peligrosa. Su periodo medio es de año y medio; cinco técnicos llevan más de tres años al frente de un proyecto, y sólo un entrenador ha caído esta temporada, el del Nápoles. Tanto en Inglaterra como en Italia coinciden en un punto: la mayoría de los técnicos son nacionales. Sólo tres técnicos de clubes italianos de Primera -Eriksson, Zeman y Menotti- son extranjeros. En Inglaterra sólo el francés Wenger y el holandés Gullit no son británicos o irlandeses. En España, 10, la mitad justa, son extranjeros.

España, en el fondo, mantiene sus tradiciones. Antes de la conversión de los clubes en sociedades anónimas, se disculpaba la costumbre de cambiar de entrenador al mínimo tropezón con el argumento de que los presidentes no eran responsables económicos de la marcha del club y actuaban de forma caprichosa. Ahora enarbolan el principio de que un club debe funcionar como una empresa y mantienen el hábito, una costumbre alentada por la miriada de mánagers e intermediarios que telefonean a diario a los presidentes proponiéndoles soluciones milagrosas. Que las sociedades anónimas no constituyen un seguro de vida para los técnicos se puede ver viendo lo que pasa en la NBA, el epítome de la rentabilidad: más de la mitad de los técnicos perdieron su puesto la temporada pasada.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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