Una ocupación muy conflictiva
El archipiélago de las Kuriles fue ocupado por el Ejército Rojo en 1945, en los últimos días de la II Guerra Mundial. Totaliza una superficie de 4.496 kilómetros cuadrados y se halla al noreste de Japón, a escasos kilómetros de la septentrional isla de Hokaido, y al sur de la isla rusa de Sajalin. Aunque está rodeado de zonas de pesca muy ricas, es escaso su interés económico. Para Rusia representa una zona estratégica importante, ya que desde allí le permite controlar el acceso al océano Pacífico. Se calcula que unos 17.000 japoneses vivían en ellas antes de ser expulsados en 1945. Ahora están habitadas por unos 25.000 civiles y 10.000 militares rusos.
Japón ha exigido sin éxito la devolución desde 1945. Durante los últimos años, Tokio se ha negado a aceptar las presiones de sus socios occidentales para ayudar a Rusia en su etapa de transición hacia una economía de mercado. Los japoneses han hecho hincapié en que no proporcionarán ayuda económica hasta que el diferendo no haya sido resuelto. Un primer paso hacia la solución del litigio se logró en 1956, al restablecerse las relaciones diplomáticas, cuando la extinta Unión Soviética firmó un compromiso para la restitución de dos de las islas a cambio de la firma de un acuerdo de paz.
En octubre de 1993, durante una visita oficial a Tokio, Borís Yeltsin reconoció en nombre de Rusia la validez del acuerdo de 1956, pero no se comprometió a fijar un calendario.
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