El Gobierno francés intenta evitar la huelga de camioneros con una rebaja de los impuestos
El primer ministro francés, el socialista Lionel Jospin, anunció ayer una reducción de 800 francos (20.000 pesetas) en la tasa que grava cada camión, en un intento de evitar la huelga de transportistas y el bloqueo de las carreteras desde el lunes. "El Gobierno participa así en la mejora de las condiciones de este gremio, esencial para la actividad económica", declaró Jospin. Luego pidió "solenme" a sindicatos y patronal que lleguen a un acuerdo. En la madrugada de hoy, ambas partes aproximaban posturas en torno a un incremento salarial del 5% para los conductores de categorías intermedias. Ni la principal patronal del sector ni el sindicato CGT, comunista, participaban en esa reunión.
El sindicato CGT, comunista anunció a las seis de la tarde, una hora después de conocida la oferta gubernamental, que "sus pendía" su participación en las negociaciones sobre mejoras salariales y de condiciones de trabajo hasta que el Ejecutivo consiguiera el retorno ala mesa de la UFR, la principal federación patronal, que la había abandonado el viernes por la noche.Esta ausencia, según el sindícato, hace imposible creer en "la aplicación de los acuerdos
Además, la CGT exige que la reducción de la tasa concedida a los empresarios y camioneros autónomos vaya acompañada de una mejora de los salarios más bajos.
Lo que se preguntaban ayer los franceses es quién quiere la huelga. La respuesta es difícil cuando se refiere al sector del transporte por carretera en Francia. Por ejemplo, la UFT representa al 80% de las grandes empresas, sólo unas 400 sobre un total de 38.000, pero con el 32% de la facturación. Esta patronal abandonó el viernes las negociaciones por una diferencia de 25 francos mensuales (625 pesetas), que sí aceptó UNOSTRA, portavoz de los pequeños y medianos empresarios.
"La UFT responde a intereses políticos", afirmaba François Poletti, líder sindical de Force Ouvriére (FO). "Actúa como ariete de la gran patronal", irritada por el proyecto gubernamental de reducir la semana laboral a 35 horas, añadió. Para la organización de los transportistas autónomos, "la UFT hace política de tierra quemada".
Mientras proseguían las negociaciones en París entre organizaciones poco representativas y con escaso peso para desconvocar la huelga, en varias ciudades francesas los consumidores vaciaban literalmente las gasolineras. En Rouen, Marsella, Químpet, Burdeos o Mulhouse, de un extremo a otro del país, aparece el letrero "Sin gasolina", debido a la marea de coches cargados de bidones que había asaltado los surtidores.
En la memoria de los improvisados "acaparadores" está muy viva la huelga de 12 días en noviembre de 1996, cuando los transportistas franceses paralizaron el país y media Europa.
En Rouen y Burdeos algunos camiones ya cortaban el acceso de los vehículos-cisterna a los grandes depósitos dé carburante. Un sindicalista de FO explicaba así la razón del bloqueo: "El carburante es nuestra mejor arma. Si impedimos el avituallamiento, en una semana todos los vehículos se paran y ya no hace falta ni poner barricadas en las carrete ras. Ya se vio lo que pasó el año pasado".
El malestar de los camioneros franceses tiene mucho que ver con las dificultades para aplicar la reducción de jornada pactada tras la huelga del año pasado. En Francia la semana del camionero oscila entre 54 y 61 horas. En España 76 horas son normales, mientras que en el Reino Unido los autónomos aceptan trabajar incluso 100 horas.
De ahí la respuesta de Roger Poletti (FO) al comisario europeo de Transportes, Neil Kinnock, que exigía "el derecho a circular de los camiones" de otros países. "Que se ocupe de sus asuntos", replicó el sindicalista, "y si quiere ser útil, que se ocupe de la armonización social del transporte en Europa".
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