Los irlandeses votan por primera vez como presidenta a una persona nacida en el Ulster
El anuncio difícilmente causará sorpresa. Mucho antes de que comenzaran a contarse los votos a primera hora de esta mañana (viernes), los irlandeses ya estaban seguros de que la intensa campaña presidencial que concluyó con la votación de ayer iba a premiar el formidable carisma de Mary McAleese y honrar a su predecesora y mentora del Fianna Fail, la ex presidenta Mary Robinson. Nacida en el Ulster, McAleese, a quien los sondeos a la salida de las urnas le daban anoche una ventaja de 12 puntos sobre su principal rival, jurará el 11 de noviembre como la octava presidenta de Irlanda.
Pero la abogada y distinguida académica católica de 46 años batirá un récord: será la primera persona nacida en Irlanda del Norte, bajo control británico, que llega a la presidencia de la república independiente del sur. McAleese, una de las cuatro mujeres que se presentaron como candidatas en una singular elección en la que el único hombre (el ultraconservador expolicía Derek Nally) fue humillado con el menor número de votos, optó ayer por mantener un perfil bajo.Ignoró, por lo tanto, las insistentes demandas de los fotógrafos ansiosos de retratarla triunfante en el más clásico estilo irlandés: alzando sonriente una espumosa pinta de Guiness. Prefirió tomar más bien precauciones. Al fin y al cabo la afluencia a las urnas en un país con 2,7 millones de electores no fue particularmente impresionante. Y una intempestiva huelga de taxistas en Dublín provocó tal caos que las autoridades de los colegios electorales vaticinaron que podría influir negativamente en el índice de votación en la capital. "El proceso ha sido lento, pero confiamos en que la situación variará antes del cierre de las urnas", a las nueve de la noche (diez de la noche, hora peninsular española), dijo un portavoz.
Si las encuestas no resultan del todo desenfocadas, la europarlamentaria Mary Banlotti de 54 años, candidata del Fine Gael y la única figura con amplia experiencia política del quinteto aspirante, obtendrá un relativo consuelo con un in disputado pero distante según do lugar. En un último y desesperado intento por capturar el apoyo del electorado juvenil, el miércoles, Baniotti, que es descendiente del legendario héroe republicano irlandés Michael Collins, se encaramó en un autobús descapotado y recorrió el centro de Dublín meciéndose al ritmo de una sonora banda de salsa.
El efecto de ese ejercicio, sin embargo, fue mínimo. Según sondeos publicados en los últimos días, el triunfo de McAleese se lo habrá dado la población de entre 21 y 40 años. "Mary McAleese habla nuestro lenguaje", dijo una universitaria del Trinity College a la salida de un puesto de votación.
"Construyamos puentes"
Ésa es precisamente la impresión que McAleese ha querido afianzar desde que decidió entrar en política hace menos de dos meses, tras desbancar al líder tradicional del Fianna Fail, Albert Reynolds. Al anunciar su candidatura, expresó su convicción de que la construcción de la "nueva Irlanda", tal como la interpretaba Mary Robinson, requiere de una dedicación seria a cerrar las brechas. Pero su lema "construyamos puentes" no se refiere exclusivamente a las divisiones generacionales.Su origen norirlandés -vivía con su familia en un barrio protestante de Belfast- se subraya como uno de los elementos decisivos para inyectar bríos al proceso de paz entre los republicanos católicos y los unionistas protestantes del Ulster.
McAleese sabe que, dado el carácter mas bien decorativo de la presidencia irlandesa, no podrá intervenir directamente en el proceso del Ulster. Pero también recuerda que su inmensamente popular predecesora, Mary Robinson, (que dejó la presidencia irlandesa para trabajar como Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas) utilizó su prestigio personal para impulsar las conversaciones.
El miércoles, McAleese dedicó su último discurso a la cuestión de la reconciliación en Irlanda. Desde una plataforma de Longford, declaró estar convencida de la urgencia de trabajar para conseguir "relaciones amistosas cómodas, alegres, como aquellas a las que toda la gente que vive con otras personas tiene el derecho a aspirar".
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