Obsesión por el control
Esfuerzo controlado. En el primer tiempo, el Madrid, obsesionado por controlar el partido, jugó demasiado en corto. Imprimió un ritmo muy lento, facilitando el repliegue del Mallorca. La mayoría de los desmarques fueron hacia el balón lo que le restaba profundidad y dificultaba la creación de ocasiones de peligro. La falta de vigilancia sobre Amato le creó problemas en los contraataques mallorquinistas.El dueño. Tras unos minutos iniciales de cierta indecisión, el Mallorca se hizo el dueño absoluto hasta el descanso « Empezó por hacerse fuerte en su campo anulando el poder ofensivo del Madrid. Amato fue el destino de todos los balones recuperados. El argentino la aguantó, regateó y remató, aunque sin acierto. Nadie le había superado a Hierro tantas. veces.
Empate justo. Tras el descanso, el Madrid salió con un talante completamente diferente. Hubo más movilidad en sus hombres, la circulación del balón fue mucho más rápida, y se amplió el juego a las bandas. Como consecuencia de todo ello, disfrutó de claras oportunidades de gol. Enfrente, el Mallorca se veía obligado a defender mas atrás y ceder la iniciativa. Stankovic y- Valerón fueron sus hombres más destacados. En un partido accidentado, el empate fue justo.
Bases firmes. El Mallorca es un equipo con hechura. Su comportamiento se cimienta sobre bases muy firmes: se defiende con orden, tiene calidad para no rifar el balón, inteligencia para situarse, presionar y desmarcarse. Además es un equipo que está con ganas y tiene una gran confianza. Sólo le falta el gol, porque ocasiones tiene, y muchas.
Cañizares. Aunque su gesto de alegría al final del partido puede ser malinterpretado, lo cierto es que tiene motivos para estar contento a pesar del empate de su equipo. Tras años de ausencia cada encuentro lo rubrica con una gran actuación. La parada sobre la línea al cabezazo de Amato salvó a su equipo.
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