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El Mallorca no se arrugó ante el Madrid

El partido fue suspendido dos veces por fallo de la iluminación del Luis Sitjar

El apagón del Luis Sitjar también fundió los plomos del Real Madrid. Bajo una lluvia torrencial, el Mallorca salió indemne del choque y el reparto de puntos hay que interpretarlo como un importante traspiés madridista y un éxito balear. Por el Luis Sitjar pasó un aspirante al título y lo 'hizo llevándose un magro empate, sin el botín más preciado que en el caso del Madrid es, inobjetablemente, la victoria. En un partido maratoniano, que duró dos horas y 40 minutos por los continuos fallos en el sistema eléctrico, el equipo del alemán Jupp Heynckes falló en su intento de meter presión al Barcelona y ocurra lo que ocurra el próximo sábado en el Santiago Bernabéu, los azulgranas abandonarán el campo luciendo la condición de líder.Tres ausentes de lujo en las filas madridistas -Mijatovic, Suker y Panucci- descompensan a cualquier equipo. No es que sus sustitutos lo hicieran mal pero. se notó la diferencia. El más feliz con el resultado fue Cañizares, al que le basta un minuto para batir el récord de imbatilidad que ostenta Buyo con 709 minutos.

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El despliegue de las líneas blancas sobre el césped balear -lleno de personalidad y contundencia- no impresionó al Mallorca_, que sin complejos demostró con una pared doble ejecutada por Moya y Valerón (minuto cinco) que también escondía técnica y filigrana en sus botas.

El Madrid se hizo dueño de la posesión del balón y del dominio territorial, sin profundizar ni crear ocasiones claras de gol. El Mallorca miró a los ojos al Madrid y le trasladó el mensaje de que no se iba a dejar intimidar. Amato (minuto 16) dejó bien claro las intenciones que animaban su equipo al cabecear y obligar a Cañizares a atajar el balón en la misma línea de gol.

Respondieron los madridistas con un tiro desviado de Raúl, con lo cual la situación en los primeros 20 minutos, con empate en el marcador y presentación mutua de credenciales marcadas por la hostilidad -Hierro le entró a Amato y Campo a Víctor- seguía siendo favorable a los isleños.

La igualdad era absoluta hasta en los penaltis reclamados por los dos equipos: en el minuto 15 Romero derribó a Víctor y en el 24 Hierro a Amato. En ambas ocasiones el colegiado ordenó seguir el juego.

La pasión en las gradas se trasladó al terreno de juego y por algunos instantes el Madrid perdió la flema y el toque sutil, arrastrado por las vaivenes de un partido volcánico y abierto a cualquier posibilidad. El árbitro pudo poner el freno de mano enseñando algunas tarjetas, como en el minuto 34, cuando Sanchis derribó a Moya, pero no lo hizo e incendió más aún, si cabe, un partido desbocado.

El esquema madridista seguía anclado en la firmeza de Hierro, como eje de la defensa, la conexión Sanchis-Redondo y la aparición sorpresiva de Roberto Carlos por la banda izquierda. Seedorf, atareado en labores de contención, influyó en el juego menos de lo que en él es habitual, al igual que en los casos de Víctor y Amavisca. En la punta del ataque Raúl fue un espectador más de las acciones y apenas se le vieron algunos detalles.

El Mallorca, por su parte, se dedicó a su papel de costumbre. A los hombres de Cuper le van los grandes desafíos y no se arrugan, por mucho que delante esté todo un Madrid. Con desparpajo se sacudieron el dominio inicial del conjunto de Heynckes y lograron sembrar de dudas a su rival, que a medida que pasaban los minutos podía percatarse que la misión de ganar en la isla de la calma no era tan sencillo.

El Madrid buscó con más decisión el área rival en la segunda parte y el Mallorca no se conformó con su papel pasivo. Abierto a cualquier posibilidad, bajo la lluvia torrencial y dos interrupciones por fallos en el sistema electrógeno el partido entró en una fase en la que podía ocurrir cualquier cosa. El apagón del Luis Sitjar frenó los ánimos pero dejó sin luces a los ataques de .ambos equipos.

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