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La nandrolona está de moda

Aumentan los casos de dopaje y ahora asoman en el fútbol francés

Carlos Arribas

Como si el caso Daniel Plaza fuera simplemente el disparo de salida, la palabra nandrolona ha empezado a emerger diariamente en la prensa, sobre todo francesa, asociada al dopaje de deportistas. No hay duda, el anabolizante nandrolona es el producto de moda. En España, en 1996, tres deportistas -el citado Plaza, el ciclista Casero y el futbolista Agirretxu- dieron positivo por nandrolona. En Francia, aquel mismo año, fueron tres ciclistas, y, en 1997, ahora mismo, el positivo de cinco futbolistas, un yudoca y un jugador de balonmano han creado la sensación de la existencia de una epidemia de dopaje en el deporte francés. Y no sólo en los deportes -atletismo, ciclismo- tradicionalmente más relacionados con el dopaje. También la temida palabra ha entrado en uno de los ámbitos menos sospechosos para la opinión pública, el sacrosanto fútbol, el deporte que más tarde instituyó los controles antidopaje. Y como dicen por allí, en un mundo tan interrelacionado como es el deporte, un mundo también sin fronteras, lo que ocurre en Francia no tiene por qué no ocurrir en Italia, España, Alemania o el Reino Unido, en la Europa unida.Los especialistas en medicina deportiva consultados están de acuerdo. Hace unos años, los anabolizantes -sustancias que estimulan la síntesis proteica, es decir la formación de masa muscular- sólo se utilizaban en el fútbol de forma esporádica, para acelerar la curación de lesiones principalmente, pero recientemente se utiliza, de forma programada por el club o a iniciativa privada de algunos deportistas, ya en la pretemporada. La gran intensidad de la temporada futbolística, con dos partidos prácticamente a a semana para los grandes equipos, algunos ya de carácter decisivo en septiembre, y el alto nivel de inversión y riesgo económico en que se ha colocado el fútbol exigen equipos al cien por cien desde el primer día. Los anabolizantes ayudan no sólo por aumentar espectacularmente la masa muscular y, por lo tanto, ser muy efectivos para procurar al futbolista la fuerza rápida que necesita para hacer su trabajo, sino también porque permite soportar y asimilar entrenamientos con una alta carga de trabajo. Es decir, permite una más rápida puesta a punto. ¿Por qué la nandrolona? Este producto, que se empezó a utilizar en los años 50, estaba ya de vuelta, pasado de moda, llevaba tiempo acumulando polvo en los arsenales químicos, superado en eficacia por otros de la generación post anabolizantes -hormonas de crecimiento, elastinas y demás-.

La respuesta es sencilla: es el producto más asequible y accesible. Con una sencilla receta médica se puede comprar en las farmacias -su nombre comercial es Deca Durabolín- e incluso es reembolsable por el Seguro. No hace falta recurrir al mercado negro ni a las redes de importación y distribución paralelas, como sucede, por ejemplo, con la eritropoyetina (EPO), una sustancia que mejora la resistencia, de moda en el ciclismo hasta que se instauraron los controles de sangre. En fútbol no hay este tipo de controles, por lo que, aunque se sospecha que algunos equipos de fútbol utilizan EPO, no se puede demostrar. La mayoría de los servicios médicos de los clubes ya cuentan con laboratorios portátiles para hacer análisis semanalmente de sangre y orina.

En Francia, ese dato se ha apuntado como indicio de la existencia de controles internos y de la programación del dopaje. Si esto es así, ¿cómo es posible que hayan podido caer en los controles oficiales algunos futbolistas? Por un lado, se habla de los nuevos espectómetros de masas, los sofisticados aparatos de análisis de los grandes laboratorios que permiten detectar restos de anabolizantes consumidos muchos meses antes.

Pero la causa principal es el principal defecto de la nandrolona: se acumula en la grasa. Cuando el deportista está gordito no pasa nada, pero cuando alcanza su estado físico óptimo y cuando llegan los calores, la grasa desaparece, con lo que la nandrolona se elimina por la orina. Así, varios meses después de habérsela inyectado y cuando el deportista estaba seguro de que no corría ningún peligro, la alarma se dispara. La nandrolona sale a la superficie. Y hasta en forma de epidemia.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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