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Un santo repliega a los antidisturbios

Casi cien agentes de la Guardia Civil vigilan en Teruel un trasvase contra el que se elevan rogativas

San Bartolomé logró replegar a los antidisturbios antes de salir en rogativa por los montes de Beceite. El santo, a quien se reza en las tormentas y los partos, hizo realidad su jaculatoria en la que se dice: "En la casa en la que tres veces seas nombrado, ni rayo ni centella caerá, ni mujer de parto morirá, ni criatura de espanto". Porque hasta ayer los vecinos de este pueblo turolense pensaban que estaban ocupados y espantados tras la llegada el lunes de 85 miembros de los grupos especiales de la Guardia Civil que, procedentes de Melilla, aterrizaron en un pueblo de 600 habitantes. Los vecinos protestan por unas obras que elevan agua desde el río Matarraña al embalse del Pena, y optaron por las rogativas ante la imposibilidad de atravesar los cordones de seguridad que desde el martes les impiden manifestarse junto a las obras.Y ayer por la tarde, san Bartolomé, Bartolo para sus devotos, anduvo en andarillas ante 20 guardias y acompañado de 400 vecinos de Beceite y Valderrobres, al son del himno a la Virgen del Pilar -patrona de la Guardia Civil- y de los gritos "Si nos deja Tomás Sancho queremos el río, ancho" -Tomás Sancho es el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro-. La procesión comenzó a las tres de la tarde y durante más de una hora atravesó los montes, en un día en que las críticas por el despliegue de la Guardia Civil habían arreciado. El párroco de Beceite explicaba que sólo pedían lluvia pero del cielo gris sólo cayeron de momento algunas gotas.

Los guardias asistían por cuarto día consecutivo a una sucesión de rogativas, jotas y protestas pacíficas que discurren entre olivares, tejos y almendreras, y que no han causado hasta ahora ningún problema. El despliegue de la Guardia Civil lo han criticado quienes están en contra de la elevación de las aguas y también en voz baja los que la reclaman. El miércoles por la tarde los mismos manifestantes burlaron la seguridad y, atajando por el monte, consiguieron llegar a, las obras.

Ayer, el subdelegado, del Gobierno en Teruel, Angel Fernández Vidal, recibió el fax con los acuerdos municipales adoptados en Valderrobres y suscritos por Beceite y Mazaleón, en el que se pide la retirada de un despliegue "desproporcionado y que sólo invita a la provocación".

Como decía el alcalde de Valderrobres, Javier Lacuesta, del PP, "una cosa es la vigilancia y otra cosa es que haya,100 guardias en un pueblo de 600 habitantes". Ayer también preguntó por el despliegue la diputada de Nueva Izquierda en el Congreso Cristina Almeida, mientras el Partido Socialista de Aragón se sumaba a las solicitudes de que la fuerza fuese retirada. A mediodía se decidió reducir a la mitad los efectivos.

El inicio de la polémica se remonta al decreto de la sequía de mayo de 1995, cuando se adoptaron medidas urgentes para paliar la escasez de agua en una zona, bañada por "el río menos contaminado de Europa", del que beben en invierno 10.000 personas y del que dependen los cultivos de 2.427 hectáreas de frutales y 85.000 cabezas de ganado, la mayoría porcino. El Matarraña discurre entre grava y en verano apenas lleva caudal.

El pantano del Pena, con capacidad para 19 hectómetros cúbicos, sólo se ha llenado hasta la mitad este lluvioso verano de 1997, y la polémica obra trata de bombear en invierno caudal del Matarraña,y el UP demó para aumentar sus reservas.

Pero en la cabecera del río no quieren. "Nosotros no queremos cargamos nuestro ecosistema", asegura el alcalde de Valderrobres. "Vivimos del turismo y la obra secará más el cauce. Hoy [por ayer] baja casi seco". Lo cierto es que Beceite y Valderrobres viven al lado de Els Ports y El Parrizal, enclaves privilegiados y desconocidos para la mayoría de los aragoneses. Y aunque la parte donde se realiza el bombeo no goza de protección, pesa más el temor a la pérdida de agua que el otro peligro que se cierne sobre el cauce, la acumulación de purines en las abundantes granjas de cerdo que festonean el Matarraña.

Mientras la mayoría de los pueblos que reclaman el agua guardan silencio, en la parte alta las obras siguen. Hoy estos pueblos hablarán. Por su parte, el presidente de la confederación, Tomás Sancho, insiste en que esa obra se hará. Los dos pueblos que se oponen y las organizaciones ecologistas que les apoyan insisten en que hay que hacer el pantano de Torre del Compte y el Pontet, y que esta obra, presupuestada en 400 millones, es cara y destrozará el ecosistema del río.

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