Mascarada comercial con la hora

Era físicamente imposible, y sin embargo Eugeni Berzin lo intentó. El ruso es uno de los ciclistas con más clase, mejor aerodinamismo y mayor calidad de contrarrelojista de los últimos tiempos. Tiene 27 anos, pero desde hace tres todo el mundo era consciente de que tenía el récord de la hora en sus piernas. Era la época en que lo dirigía Michele Ferrari, el mago del récord cuando Rominger. Mucho tiempo amagando, amenazando con ponerse a batirlo, y cuando se decide a hacerlo, lo hace obligado por su contrato con el Batik, gordo y fuera de forma. Y lo hace ante un registro (los 56,375 kilómetros de Boardman en 1996) imposible de batir al estar privado del manillar extralargo de Boardman y hacerlo al nivel del mar (Burdeos). Todos estos datos apuntaban a que el intento de ayer en el velódromo francés en el que Induráin y Rominger inscribieron su nombre en los libros de la hora sería, más que nada, una mascarada comercial.Berzin sólo aguantó 17 minutos sobre la pista, 59 vueltas, 14,850 kilómetros a una media de 51,958, casi cinco por debajo de su objetivo.

A Berzin le habría gustado intentarlo nada más terminar el Tour, aprovechando la última gota de buena forma, pero la rotura de clavícula que sufrió en la carrera francesa se lo impidió. Pero ni siquiera un Berzin en su plenitud habría podido con el registro de Boardman después del cambio de reglamento de la UCI prohibiendo la posición superman o el hombre-flecha, el aerodinamismo hecho perfección. La menor resistencia al avance permitió al inglés montar un desarrollo desmesurado (9,02 metros) y moverlo a una velocidad increíble (104 pedaladas por minuto). Privado de esa postura, Berzin sólo pudo comprometerse a utilizar un desarrollo de 8,72 metros, que se habría visto obligado a mover a una velocidad no increíble, sino imposible al nivel del mar: 107 pedaladas por minuto. Demasiado hasta para el mejor Berzin.

La próxima temporada, el ruso correrá en La Française des Jeux y el Batik deja de patrocinar ciclismo.