VINO, AMOR, BELLEZA
No apareció Dionisos, el dios griego, bello, bebedor sabio. No apareció porque cada uno de los 1.300 invitados a Bacchanalia era el dios mítico, amante del vino y escaparate de la belleza amancebado a la sombra de las estrellas nocturnas con el arte en ese sagrario madrileño que es el Museo Thyssen-Bornemisza. Bacchanalia nació anoche de la mano y de la magia de Carlos Falcó, marqués de Griñón, primer socio y fundador de este salón festivo inspirado en la imaginación del arte y de saber vivir de los elegidos de la antigua Grecia. Baccharialia 1997 ha venido al mundo de Internet (por donde llegará al suelo foráneo español) para las mujeres y los hombres de este tiempo que amen el vino y lo defiendan: es, la única condición, la sola ley que hará socios de Bacchanalia a los españoles. Y las bodegas de Ribera del Duero, Jerez, Penedés, Cava, Navarra, Somontano, Rioja, las argentinas Norton de más de 100 años de vida, donde Falcó hace sus vinos de allá: todas servirán vinos ventajosos de precio a los socios, que en cada bodega encontrarán además su casa y su salón de ocio y fiesta para celebrar la gloria de sus placeres con sus amigos e invitados. Carlos Delgado dirigirá la revista mensual Bacchanalia, donde sus páginas serán otra expresión del amor al vino y de la defensa de sus colores, olores, sabores y culturas. Anoche se escribió en los salones y jardines del Museo Thyssen la primera página de oro y ensoñaciones de esta nueva aventura de la introducción de la cultura del vino en el paladar y en el corazón de un mundo que quiere vivir, trabajar, soñar, crear: el vino de todas las bodegas asociadas protagonizó una noche, que fue luminosa y que ya no tendrá fin.-
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