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FÚTBOL SEXTA JORNADA DE LIGA

No bastó la proeza de 0li

El Zaragoza se lleva de Heliópolis el tercer empate

Tercer empate consecutivo del Betis ante su público. Tres igualadas. Demasiadas en una Liga tan competitiva. El Betis de Luis Aragonés recordó al peor Betis de Serra Ferrer, al que en el último tramo de la pasada temporada le robaban la cartera todos los visitantes.Anoche en el Villamarín no hubo uno sino varios partidos. El susto inicial de Acuña, que adelantaba al Zaragoza y llevaba a la afición una sensación a la que ya se han acostumbrado: comenzar los partidos con el marcador adverso. La ya tradicional aportación de Oli para empatar el partido, como ya lo hiciera frente al Athletic de Bilbao y el Oviedo. La entronización del asturiano como héroe del beticismo con el gol que encarrilaba el partido, un tanto marcado de espuela a pase de Alfonso. Un gol digno de un Mundial. Cuatro goles marcados en casa por el Betis. Los cuatro anotados por Oli, que viene de tierra de mineros y es una mina. La gente, que ya estaba de uñas con Luis Aragonés, se había olvidado del técnico y se acordaba de Lopera con los habituales vítores. La terapia alcanzaba su culminación con el gol de Fernando. Los empates precedentes, el divorcio entre la afición y el entrenador, la sequía goleadora de jugadores emblemáticos, parecían ya asuntos del pasado.

Oli había seguido el guión de partidos anteriores con su primer gol, lo rompió por donde más le dolía a Luis Costa en el segundo, y se hacía añicos con el tercer gol de Fernando. Pero la historia de un partido no se escribe hasta el final. Es esa obviedad que Luis ha convertido en pura metafísica: los partidos duran noventa minutos. Eso lo olvidó el Betis en los primeros compases del partido. Lo olvidó, y eso ya era peor, tras la euforia de la remontada. Dos equipos que en los partidos que han jugado en sus respectivos estadios no han conseguido otro resultado que el empate -cinco igualadas entre ambos- al final se apuntaban a este equilibrio que en la Liga de tres puntos es una trampa para ratones.

El defensa Aguado acortaba distancias. Garitano volvía a poner las cosas en su sitio. En la extraña alianza que estos dos equipos han firmado con el empate. Un tercer empate consecutivo en Heliópolis es una carga pesada para las expectativas creadas entre esta afición.

El Betis quiso resolver en los primeros minutos. Se revoluciona el ritmo del partido, pero no el partido. El Zaragoza aprovecha este cacao conceptual de confundir la velocidad con el tocino y en su primera incursión atacante batió a Prats. En noventa minutos se vieron ráfagas del mejor Betis, del peor Betis, y de un punto intermedio de quiero y no puedo. Y en la actual tesitura, los goles béticos los marcan Oli y alguno más; pero no los encaja Prats, sino Luis Aragonés, demonizado por un extraño proceso satánico en el que no cabe otro exorcismo que empezar a ganar partidos en casa.

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